Éste último será el destino. Destino complicado, el más complicado hasta el momento. Es una islita de difícil acceso.
La Junta |
Moviendo una casa de lugar |
Sólo a 75 kms. de distancia, desde el cruce, va por un camino de reciente construcción (tan sólo 5 años), pasando por un entorno natural puro, rodeado del río Palena, y montañas. Un ecosistema donde todo el día, prácticamente llueve, durante todo el año.
Un camino donde no pasa nadie, ni para dentro, ni para afuera.
El autostop se complica. Dos días esperando alguna movilidad. Nada. Durmiendo en cobertizos, gentileza de los lugareños, probamos suerte con el único bus que va dos veces a la semana, irregularmente. Imposible. Tienen prioridad los locales y se llena rápido, sólo 12 plazas.
Por esta vía tampoco es posible, así que descansamos en el hospedaje de Virginia, no oficial (preguntar por él en el hospedaje Maricel). Pionera en la construcción y crecimiento de La Junta, memoria viva de la evolución de la zona, de los nuevos accesos, del paso del caballo al coche, del barco a la carretera, de la construcción de la Carretera Austral de la nada a lo que es hoy en día, es un encanto de mujer.
Al día siguiente, ante la imposibilidad de ir por otro medio, y orgullo en alto, decido ir caminando. Me acercan algunos kms. unos obreros de una pequeña zona de la carretera en obras. Tras horas de camino, consigo llegar montado de pie, en equilibrio, en una camioneta llena de bombonas de gas butano, mientras el viento saluda sutílmente mi rostro. Si vuelca esta camioneta, que se mueve de lado a lado desde mi perspectiva allá arriba, sería una inmolación a lo bestia.
río Palena |
Lego a la isla, bajo la atónita mirada de los lugareños, al saltar camioneta abajo.
El lugar es totalmente diferente. El suelo es en todos sitios de arena oscura, rodeado de vegetación (en toda la zona austral domina la Nalca, una planta con hojas enormes, de hasta 2 metros de diámetro), pequeños caminos, y encanto, mucho encanto.
Se desata un temporal en la isla, los vientos mueven todo, la lluvia cae con gran potencia, descarga hasta granizada, que deja los caminos casi blancos. Inmovilización por unos días. La barcaza que cruza a la isla grande de Chiloé, tardará, de hecho, puede aparecer cuando sea, hay que estar atento a las novedades meteorológicas, y las informaciones de alta mar.
Espera, con calma, mucha calma.
Llega la barcaza, que cruza hasta Quellón (Isla Grande de Chiloé), de madrugada. Vamos para allá.
Aunque, al final, no haya recorrido la totalidad de la Carretera Austral (el último tramo se corta en bastantes puntos y es muy complicado, necesitas más tranquilidad aún y mucha paciencia, sobre todo si lo vas a hacer a dedo), ya que voy a continuar enlazando la Panamericana, desde su final que está en Quellón, es la mejor experiencia vivida hasta el momento. Más cercana a la improvisación, a la ausencia de modernidad agobiante, a la humildad de la gente de la Patagonia chilena, a la sensación de aventura, innovación, descubrimiento, complicaciones, desesperos, asombros, risas y alegrías.
Alejada de todo y a su vez tan cercana a mí, deseo, anhelo, que el cercano crecimiento de las mejoras infraestructurales de la zona, con el asfaltamiento de los caminos, no destroce su esencia, su personalidad, su pureza innata y única.
que buen viaje Edu...mucha suerte en el resto del camino..
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