Todo el día en el camión, observando las infintas rectas hacia el horizonte de la Ruta 3.
Además de la masacre de guanacos (familia de las llamas) y ñandús (pequeño avestruz), que cruzan las carreteras, y son arrollados por la cantidad de pesados camiones que las transitan. Aunque colocan vallas en las carreteras, las saltan de día y noche, con los consecuentes atropellos.
Lo más destacado de Caleta Olivia, es la lobería de su playa. Los lobos marinos están tan cerca, y tan tranquilos, que si no fuera por el respeto que dan, se podrían acariciar perfectamente.
Observarlos tomar el sol y jugar, también pelear, te distrae de la monotonía de la carretera.
Aquí me despido del camión, con la intención de seguir la ruta.
Es una ciudad difícil para salir haciendo dedo, y la hora es mala, es tarde.
Tras pasearla, decido dormir en la estación de buses. Veo que hay uno barato que va a Chile Chico, cruzando la frontera, por la mañana.
Ése será mi nuevo destino.
Casi lo pierdo. Estaba tan abatido que quedé exhausto, tirado en la estación.
Pero consigo subir y partir.
Ahora si que duermo.
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