19 agosto 2011

SANTIAGO-VALPARAISO: LA INTENSA LEVEDAD DEL TIEMPO

¿Viajar? Para viajar basta con existir. Voy de día a día, como de estación en estación, en el tren de mi cuerpo o de mi destino, asomado a las calles y a las plazas, a los gestos y a los rostros, siempre iguales y siempre diferentes como, al final, lo son todos los paisajes (...) La vida es lo que hacemos de ella. Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos. 
(Fernando Pessoa)

Ahora que empiezo a escribir este nuevo post, me acabo de dar cuenta de que hace exactamente un mes desde que escribí el último. Un suspiro, leve, intenso, un azote del viento que dirije mis pasos por este país. Ese viento que se lleva al tiempo como si le perteneciera. Ese viento que amanece en cada nueva sensación y anécdota, abstrayéndome a la cotidianidad de la vida en Santiago. Y ésta es intensa, cada vez más.
No recuerdo la perspectiva de cuando llevaba mi casa a mis espaldas, y cuando cada día era sorprendentemente novedoso. No digo que aquí no lo sea, pero es en otra dimensión. Tal vez, la que ahora me apetece vivir al ritmo del momento histórico, en que me he sumergido plenamente.

Lo comento, por que cada nueva manifestación estudiantil ya la interpreto como algo propio. Porque empatizo con la rabia de este sistema injusto, que está esclavizando la vida de toda esa gente que me ha acogido en su ciudad y, que al encontrartelos en la lucha, agradecen tu comprensión con su causa. Algo que, claro está, es universal.

Y, cada semana, da un nuevo giro.
La penúltima, fue ilegalizada por el gobierno, en un último intento de criminalizar el movimiento. Movimiento que ha sorprendido por su organización y constancia. Movimiento que ya pertenece a la historia de Chile. Precedente de precedentes, que marca una evolución cultural. Una identidad. Una nueva generación en rebeldía, preparada, con inquietudes y fuerza, mucha fuerza.

Ese día me toco ver la cara más salvaje de la represión. Si la manifestación se convocó en Plaza Italia a las 10.30 de la mañana, a las 10, los carabineros ya estaban gaseando a los viandantes . A discreción, a quemarropa. Abuelos, niños, ciudadanos, esperando a un autobús, sintiendose asfixiados en un instante, sin justificación aparente.
El gran sinsentido, una auténtica locura.
De hecho al refugiarme en un momento dado, en el propio hostel en el que sigo trabajando (por cierto, cada vez más a gusto), una bomba de gas cayó cercana a la puerta, llenando el hostel de ese ambiente irrespirable, lacrimógeno, químicamente asesino.

De esta mañana, a la tarde, la ciudad se convirtió en un auténtico estado de sitio. Los carabineros no dejaban concentrarse a la gente en ninguna calle. Para ello, agua, gas, caballos, y golpes. Detenciones masivas, heridos, y el destrozo consiguiente de la ciudad.
Destrozos provocados por la rabía y la impotencia, de los que se sienten atados, amarrados, acosados por este sitema auténticamente criminal. Un sistema que sin lógica aparente en su represión, y auspiciado por los medios propios de comunicación, tergiversa, miente y engaña a la opinión pública, que no ve esta locura desde dentro.
No ví en ningún medio internacional, las bombas de gas que lanzaban a la gente desde helicópteros. O directamente casi al cuerpo en cuestión de metros. Aquí, cuando tienes una cerca de tí, y la puedes patear, te das cuenta de esa tensión intrínseca que se vive en la ciudad. Y, aunque, el ministro de educación dimitiera (ha pasado a otro ministerio, la mierda siempre aguanta), nadie escucha a los estudiantes.
Tal vez esto, llevo a que al final de la jornada, toda la ciudad realizara una hermosa cacerolada desde cada casa, cada esquina, con los medios de que disponía cada unx ( las nuestras eran las ollas del hostel, que dejamos totalmente abolladas con la rabia de cada golpe, de cada sonido, de la ruptura de ese silencio opresor) creando una atmósfera realmente envolvente, única, especial, sentimental y memorable.

Y esto fue en cada ciudad de Chile, en cada familia que no aguanta esa abismo que separa a las diferenciadísimas clases sociales existentes acá. Cosa que se pone en perfecto manifiesto si se visitan las diferentes comunas de Santiago. Las Condes, asquerosamente elitista, con sus coches de auténtico lujo, sus hoteles internacionales, campos de golf, mansiones, las estructuras de la clase alta. Y las diferentes zonas obreras, y en exclusión, en la dura lucha del día a día.

A la mañana siguiente, la ciudad desperto en la consciencia, en el recuerdo, con la energía de que las cosas siguen haca adelante, continuan, aguantan.
Así, a la semana siguiente, llenaron las calles 100.000 personas, en una rabiosa manifestación, colorida, rítmica. Un soleado día que apoyaba a la justicia. Los desórdenes, como los llaman los medios de desinformacón, no importan, es algo que va a estar ahí. Lo que importa es que la gente ya está en el boca a boca de todo Suramérica, del mundo. Ese es el gran respaldo de la continuidad.



Y eso se ve desde la cercanía de la actualidad, en los huéspedes del hostel, que se apuntan a la experiencia. Los limones son algo que no puede faltar ya en la cocina. Una mochila llena de ellos para cada manifestación.

En el ámbito de mi vida aquí, sigo intentando vivirla lo más intensamente posible. Concierto aquí, fiesta allá, más conversaciones, más experiencias.
Volví a Valparaiso. Me volvió a atrapar. Creo que sería la ciudad de la que me podría quedar eternamente maravillado.





Cada esquina, cada rincón, cada graffitti, cada casa, cerros, subidas y bajadas, perros, papapletos (hotdogs veganos), bares, salas de conciertos, cultura, tranquilidad, emoción, color, sensaciones, descubrimientos, sorpresas.









De aquí, en un breve suspiro, nos acercamos a ver el Océano Pacífico, desde la playa de Viña del Mar. Hermoso momento. Suaves caricias de la arena en la piel de mis pies. Breve e intenso. Por lo demás la ciudad, me pasó desapercibida. No le ví nada atrayente. Prescindible. Pero aquí, a gustos.
Otra despedida de Valpo, no será la última.




Ahora, el gobierno chileno ha rechazado la conversación con los estudiantes. Ahora se viene con fuerza. Van a ser unos días interesantes. Hoy se han reunido otras 100.000 personas. Pero bajo la intensa lluvia. Una auténtica procesión tranquila, concienciada, de paraguas. Sin disturbios. Usando más la repercusión mediática. Proporcionando las herramientas para el cambio social. En unos días paro nacional.
Esto sigue.
Intentaré escapar de la intensa levedad del tiempo y seguir relatando lo que acontezca.