14 junio 2012

UNA HISTORIA SOBRE LA HISTORIA. Parte 2.

Tras observar los viñedos de la zona de Ica, zona desértica donde se produce el maravilloso pisco peruano, llegamos a la capital. Sede del antiguo Virreinato del Perú. Centro de control por la colonización española.
La ciudad de Lima se nos hace enorme. La andamos, las distancias nos aturden y no es realmente significativo lo que vamos viendo. Tras los terremotos muchas construcciones coloniales se han tenido que reconstruir y por eso el aspecto de la ciudad está más rejuvenecido, pero perdiendo algo de su esencia.
El color amarillo de los edificios que rodean a la plaza principal es demasiado vistoso para que te enganche.
Luego hay multitud de iglesias, plazas, parques. Vamos visitando los sitios, pero más pensando en la salida.


Catedral

Plaza San Martín


Nos lo tomamos con calma y nos acercamos a la zona de Miraflores. Una zona más elitista que se distancia de lo que ves por las calles de Lima. Casas residenciales, centros comerciales y el acceso al Pacífico, donde los surfistas aprovechan su esparcimiento. Muy lujoso. Las playas no son las más visitadas. Las que son de arenilla están más alejadas, en esta zona son de piedras, por eso más aptas para el surf.

Eso mismo



Y por comentar cosas curiosas, la mejor la estatua de la Plaza San Martin, donde en la cabeza de la diosa Atenea hay una llama. En su momento al escultor le comentaron que la diosa tenía que tener una corona de llamas (fuego), el otro lo entendió mal y le plasmó una llama, el animal. Borracho, fumado...

Después de unos días alojados en casa de un amigo, lo que aprovechamos para descansar, nos dirigimos hacia Huaraz, ciudad de acceso a la Cordillera Blanca (la segunda mayor cordillera en altura del mundo, tras el Himalaya). El clima cambia, bueno los cambios son tan imprevistos por las diferentes zonas que no te puedes adaptar del todo.
Seguimos recorriendo la desértica costa por la Panamericana, pasando por Caral.
Este sitio arqueológico, de reciente descubrimiento y datación, situado en medio del desierto, es el más antiguo de Suramérica, el origen de todas las civilizaciones que fueron surgiendo de aquí, uno de los seis puntos de origen de la cultura actual del mundo, sólo superado en antigüedad por los sumerios, y tan antiguo como las pirámides de Egipto.

Llegamos a Huaraz. El pueblo es tranquilo, más a nuestro acorde, tras la tumultuosa Lima. La catedral se sigue construyendo tras el último terremoto, algo que hasta ahora no había observado y que es curioso ir viendo la progresión de la obra. Las vistas prometen lo que rodea este municipio. Grandes montañas, ahora poco nevadas, que vigilan nuestro horizonte.




Tomamos un bus y cruzamos la Cordillera, llegando hasta un túnel que levanta los 4.500 metros de altura, a la que vamos viendo los pequeños pueblos que se empequeñecen a nuestro paso. Se siente de nuevo la altura, las maravillosas vistas y esa sensación de estar en un lugar único.
Tras unas horas llegamos a Chavín de Huántar. Ahora se celebran los 15 años del final del secuestro en la embajada de Japón, con la muerte de todos los secuestradores pertenecientes al Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), de dudosa resolución, ya que las organizaciones de Derechos Humanos está criticando la falta de transparencia en lo ocurrido y la posibilidad de las ejecuciones a los secuestradores in situ, en la acción del ejército peruano.

Por otro lado en el pueblo se hallan las ruinas de la civilización de Chavín, Patrimonio de la Humanidad hasta el descubrimiento de Caral, la civilización más antigua y origen del resto de pueblos que poblaron el Perú. El pueblo es apacible y no se ve nada de turismo. Sin la menor idea de que nos íbamos a encontrar en el sitio arqueológico, andamos apaciblemente recorriendo las pequeñas calles hasta que llegamos. La entrada es bastante discreta y el precio de la entrada muy accesible, lo que pensamos que no iba a tener la espectacularidad que luego decubrimos al recorrer el recinto. La distribución de la ciudad, con su pirámide central, con sus pasadizos, con su centro ceremonial, su orientación y el paisaje donde se enclava, le dan la belleza propia a los nuevos descubrimientos. Al recorrer los pasadizos del complejo, llegas al Lanzón monolítico, la única figura de una deidad que se sitúa en su sitio original, esculpida en el centro de una roca. Impresiona.


Llegando a Chavín

Plaza cuadrada con la pirámide al fondo


El Lanzón, tras cruzar pasadizos
De los caracteres religiosos de esta civilización se nutrieron el resto de pueblos, que imitaron posteriormente sus cerámicas, sus cultos y su manera de organización. Y para la importancia que tiene está muy poco visitada. De hecho de todos los restos que encontraron tuvieron que esperar a exponerlos en un Museo, cuando el Gobierno de Japón dio la plata para su construcción, que ahora es gratuito, y contiene fenomenales muestras de esta civilización.

Al día siguiente recorrimos los pueblos de este sistema montañoso hasta llegar al Parque Nacional Huascarán, Patrimonio de la Humanidad, y parte más alta donde aparece, entre otros, el pico que da nombre al parque, el Huascarán (6768 msnm). Todos nevados, con formaciones glaciares, que forman lagunas de un azul turquesa deslumbrante, como la Llanganuco.



Huascarán, a la derecha


Huascarán


Llanganuco
Paseando por los senderos compruebas la diminuted de tu existencia ante estos monstruos. Pero por estas cosas climáticas tuvimos que descender rápidamente por la caída de la noche y la llegada de la lluvia y el frío. Esperábamos a un transporte público que bajaba de los pueblos de más arriba, por una carretera de acceso. No llegaba nada, no había ninguna señal de vida ni de movimiento alguno, para nuestra desesperación. Sólo nos quedaba la opción de bajar los 25 kilómetros que nos separaban del siguiente núcleo habitado, antes de que la lluvia, que nos empapaba, congelara nuestra despreparada sangre. Los pasos se aceleraban ante el viento que golpeaba nuestra cara, mientras nos las ingeniábamos para cruzar los arroyitos que aparecían por el camino, intentando no mojarnos más de lo que estábamos.
Los nervios se mantenían igual de fríos que nuestras articulaciones, cuando de la nada, y para nada esperado, apareció un autobús llenísimo que nos recogió. Joder, menos mal. No se puede apurar tanto, que parece que no aprendemos.

Trujillo. Una de las primeras ciudades fundadas por los españoles en América. Tambien el lugar de donde se logró la expulsión de éstos y la Independencia. Divisiones, traiciones, poesía y política.
Otro cambio al calor. Otra zona de civilizaciones. Aquí dominaba la chimú, que construyó la ciudad de adobe más grande del mundo. Chan-Chan. Y al otro lado del rio, la Mochica.
Tambien fue el hogar para Cesar Vallejo, poeta entre poetas, el Grupo Norte, la bohemia peruana, de Victor Raul Haya de la Torre, gran pensador político y fundador del APRA (cuando era algo, no en lo que se ha convertido con el anterior neoliberal gobierno de Alan García) y con un interesante museo en su antigua casa. Y en la Universidad, más en sus muros, el mural más grande de Latinoamérica, una magnífica obra.
Ahora, tras sus antiguas murallas que integran el centro histórico, desaparecidas, la ciudad ha crecido en extensión. A palabras de peruanos, le ha dado un aire de peligrosidad que antes no tenía, de migración interna en extrarradios, del cambio a su encanto bohemio de antaño. Si la visitas no la ves así, ves una ciudad dinámica, viva, con historia, presente y futuro, sin alarmas, ni miedos. Pero con calor, bastante calor.
El colorido de la Plaza principal donde dominan los palacios coloniales, las ceibas elegantes levantándose en un colorido sincronizado, los vendedores de lo que se pueda, los viandantes dándose un respiro a la cotidianidad de sus dias, da paso a las contiguas calles de igual cromatidad. Entre museos e iglesias se vislumbra la imagen de una ciudad antaño importante.


La plaza con una pequeña protesta


De aqui vamos a ver las Huacas, antigios templos para chimus y mochicas, de construcción en adobe, y ahora camufladas entre las nuevas edificaciones. La del Dragon está entre edificios, pasando su historia y sus creencias desapercibidas en una planificacion urbana descontrolada. Peor son las del Sol y de la Luna, mochicas, cruzando el rio Moche, que no consiguen su declaracion de Patrimonio de la Humanidad, entre otras cosas, por la aparicion de una fábrica embotelladora de Coca- Cola en sus cercanías, que distorsiona el horizonte del mejor ejemplo de la anteior presencia de la civilizacion mochica.

Dibujos en las paredes de adobe

Asfixia urbanizadora

Huaca del Dragón

Después de una fiesta en casa de una amiga, y comprobando el interesante sabor de la cerveza local, mucha cerveza local, nos dirigimos a la mañana siguiente a ver la estrella local, los palacios de la civilizacion Chimú. Y el mejor de ellos. El mejor conservado. El que si tiene el Patrimonio de la Humanidad. ChanChan.
Se llega en transporte urbano. Está a las afueras de la ciudad. En una desolada planície azotada por el viento, la arena y el calor. Utilizamos de nuevo nuestro carnet que sale rentable, accediendo al interior de este palacio de adobe. Sus muros idealizan la vida de su tiempo, las historias en su interior. Una cultura y cosmovisión que tuvo contactos con otras civilizaciones de sus alrededores. Hasta la llegada de los Inkas que los derrotaron con la sutíl táctica de cortarles el suministro de agua y sitiarles. Asimilándolos como una parte más de su imperio.






Siguiendo la carretera están las playas. El pueblo principal, conocido por el surf y sus barquitos de totora, ahora muy turístico, de hecho los turistas se alojan aquí y no en Trujilo, es Huanchaco. Un lugar relajante para alejarse de la urbe y dejar fluir tu vista por las ondulantes y exaltadas olas. Este año las mareas han subido de más, no pronosticado, en la playas han tenido que cortar su avance con unos llamativos sacos de arena negros que cambian la idílica imagen de postal. El clima y las mareas se alteran, que pasará...




De vuelta a la sierra. Serpenteando la espectacularidad de etas montañas nos dirigimos hacia Cajamarca.
Un lugar emblematico por varias cuestiones. La primera de ellas es por ser la ciudad donde se arrestó y asesinó al último Inka, Atahualpa. Aún se conserva el cuarto de rescate donde para no asesinarlo se pidió que lo llenaran de oro y plata hasta la altura del brazo extendido de este último. Al final lo colgaron en la Plaza. Es lo poco que queda de la arquitectura Inka. El resto de la ciudad tiene un precioso diseño colonial muy poco visitado por turistas, una idea que acoge más si cabe.


Catedral, en la Plaza de Armas

Cajamarquinos y toritos


Santa Apolonia




Cuarto de rescate de Atahualpa, último Inka
La segunda y mas importante, en nuestro presente, es ser el lugar donde se vive el conflicto mas importante del país. Cajamarca vive de la minería. Las montañas y cerros de su alrededor han alojado la industria extractiva de varios minerales, pero sobre todo del oro. Llevan años, demasiados. Han dejado todo hecho mierda, por usar palabras directas. Han contaminado la tierra por su uso reiterado de cianuro. Han agotado  las reservas de agua de los lagos de la zona. Y aunque lleven políticas de contratación de cajamarquinos, el dinero se va para afuera. Sobre todo para Estados Unidos ya que la empresa que la explota tiene sede en Denver (espero visitarlos con alguna sugerencia, en su sede se movilizan con frecuencia). La Newmont Corporation, aquí con su sucursal peruana Yanacocha, no tiene escrúpulos y la gente local se ha dado de sobra cuenta. Yanacocha es la mina de oro más grande del mundo.




El conflicto actual viene de la futura explotación de Conga, un nuevo cerro para la extracción de oro. Y para ello tienen la intención de usar el agua de las lagunas cercanas de las que se abastece la ciudad y sus habitantes. Los ancianos y los niños, las futuras generaciones que sufrirán de ver como robaron sus recursos. El contrato ya estaba hecho. Se llamaron a peritos internacionales para justificar lo que todos reclamaban a gritos. Nos van a robar todo. Los informes concluyentes dieron igual. No importaba su resultado. El presidente Humala, presionado y perdiendo la confianza que depositaron en él los habitantes de Cajamarca, se vendió y decidió de cara a todo el país que la minera SI VA. Y lo dijo a nivel nacional, televisado, pero un viernes a última hora. Evitando las posibles reacciones. Anterior a esto se realizó la Marcha del Agua que llevó a cientos, a miles de personas a protestar y denunciar lo que ocurría, en Lima. Luego vinieron los bloqueos, los disturbios, los heridos, los enfrentamientos, las retiradas, las conversaciones y las decepciones. Las grandes decepciones. El Gobierno toma el giro a la derecha neoliberal, esa que criticaba. Con la que engañó a sus creyentes.
Las gentes ahora acampan en los lagos y bloquean las carreteras de acceso. La minera se ve presionada pero segura. Nadie va a ayudar cuando hay ese dinero por medio. Y intereses, de todos menos de los que los necesitan. La iglesia está con la minera. También hay dinero ahí de por medio.

Tras visitar la ciudad, hablar con las gentes del lugar, ver los yacimientos de los alrededores como las Ventanillas de Otuzco (nichos antiquísimos de la cultura cajamarquina) y los Baños del Inka (lugar de veraneo residencial de Atahualpa, ahora convertidos en baños termales con pozos que llegan a los 72 grados), escuchar como el presidente decidía que Conga Si Va, ver las reacciones, vivir el presente, recordando el pasado, y sentir el espíritu de esta tierra, empatizar con ellos y quererlos, decidimos movernos evitando el predecible bloqueo de las carreteras de la zona.

Ventanillas de Otuzco

Atahualpa

Baños del Inka

Por cierto en Cajamarca, como todo el Perú, al igual que Bolivia, se venden por las calles las últimas películas de estreno pirateadas, a precios casi regalados. Pero aquí van más allá. Los universitarios han creado un canal local de televisión donde ponen esas mismas películas. Así que desde sus casas los cajamarquinos pueden ver los últimos estrenos de cine, como si estuviesen en este mismo. Genial, eso es un golpe a la industria cinematográfica en el mejor momento. Espero que duren.

La perspectiva de las montañas, de un esplendoroso verdor, de una abstracta delineación, de una profundidad asfixiante, nos acompañan siguiendo nuestro viaje hacia Chiclayo. No paramos mucho acá. Una visita rápida al centro para de aquí dirigirnos a la selva. Tarapoto. Un viajecillo de 16 horas.
Entre otros pueblos y pequeñas ciudades, ya entre ríos, bochornos, vegetación frondosa, y contrastes paisajísticos varios, aparece Rioja, tan pequeña que casi no me da tiempo a sacar una nostálgica foto a su paso por ella.


Secado manual de los granos de café

Una de las pocas calles de Rioja
Llegamos a Tarapoto. Ceja de selva amazónica. Su puerta de entrada. Calor mucho. Humedad bestial. Y lluvia, como no.
Rodeada de los últimos cerros que conforman el Parque Nacional Cordillera Azul y sus respectivas Áreas de conservación, el sitio es tranquilo. Sus gentes van en motocicleta a todos sitios y en toritos, por la ausencia de vehículos mayores. Su gastronomía se adapta a sus cultivos totalmente tropicales.
De acá nos dirigimos al pueblo de Lama, enorme mirador de la región y origen del pueblo del mismo nombre, que habita en comunidades por la cercanía.


Lama y Tarapoto al fondo



Pero las lluvias son torrenciales. Nuestra idea inicial de ir adentrándonos al Amazonas se ve truncada. En Iquitos el río Amazonas se ha desbordado como ningún año. Los caminos se han bloqueado y las condiciones climatológicas no nos dejan disfrutar de uno de los lugares de mayor diversidad del planeta. Otra vez será. Nos salimos de la selva dirección Chachapoyas (sí, el nombre se las trae).

Otro largo viaje. El Perú es grande. Llegamos a la capital de la región de la Amazonía, aunque su ubicación es de montaña. Lugar de una de las civilizaciones más importantes y no tan conocidas. Los chachapoyas (hombres de la niebla) habitaron toda esta región, en donde han encontrado más de 200 restos arqueológicos difuminados en kilómetros y kilómetros. Hacían intercambios mercantiles con los alrededores, pero eran poderosos. Su territorio era éste. Resistieron hasta la llegada de los Inkas que no pudieron con ellos hasta su asedio final en la fortaleza de Kuélap. El mejor sitio del lugar.
La ciudad es acogedora y tranquila, para ser una capital administrativa de región es calmosa. El centro y sus calles adyacentes le dan la esencia propia a esta ciudad. Blancas paredes en casas coloniales con sus balcones otorgando la identidad propia a sus habitantes. Al lado de la plaza mayor un museo expone las momias encontradas de la civilización chachapoya. No hace falta decir que en muy buenas condiciones ya que una de las características de este pueblo son sus enterramientos en las alturas de las montañas que rodean la ciudad. Utilizaban para ello unos sarcófagos con una minuciosa decoración y forma, que en cuevas escavadas en las alturas colocaban para el descanso de unas momias en diferentes posturas según sus respectivas muertes. Los más famosos sarcófagos son los de Carajía.

Momias de los enterramientos chachapoyas



Anochecer
 El plato fuerte de todos los sitios arqueológicos de la región, además de sus encantos naturales como la cascada de Gotta, la tercera más alta del mundo, lagunas y ecosistemas varios, es la Fortaleza de Kuélap. Para acceder a la posición estratégica donde se encuentra a 3000 metros de altura, casi en la misma altitud del Machu Picchu (de hecho se le llama el Machu Picchu del Norte), hay que tomar un autobús que te deje cercana a la entrada de Santa María, o si te gusta mucho el trekking en el pueblo de El Tingo. Nosotros, ya que era temporada baja y no había nadie, encontramos un tour que nos llevaba y traía al mismo precio que hacerlo por tu cuenta. Nunca tomamos tours por principios, pero ésta fue una excepción valorada a su justa medida.
El camino, rodeando el sistema montañoso local y siguiendo el curso del río Utcubamba, afluente del Amazonas, es espectacularmente vertiginoso, y a un corto recorrido le lleva unas 3 horas llegar a la cumbre, observando majestuosas especies vegetales, aves y cascadas. Por el camino también podemos ver las pequeñas ruinas que se pueden contemplar en las paredes montañosas, y los muros de Macro, un pequeño puesto de vigilancia.
Llegamos arriba. Éste sitio es espectacular. Tiene las mismas vistas de todos los valles que lo rodean. Una posición privilegiada para un momento único de la historia. La fortaleza se demoró mil años en su construcción, eso sí, minuciosa, estudiada y con una idea clara defensiva. Se acabó de construir al poco de la invasión Inka. De hecho, al lado se ven los primeros muros de otra segunda fortaleza para asegurar más la zona, pero inacabada.




Torreón de vigilancia

Bromelias

Recreación del techado de una casa

El Tintero, templo sin puertas
Cuando llegaron los Inkas, los chachapoyas resistieron el asedio hasta que a falta de suministros cedieron ante los invasores. Luego llegarían los españoles que conquistaron a los Inkas con la alianza de los chacahapoyas que ante el primer invasor no pensaron en lo malo del segundo. Y a sí fue, con los españoles dominando la fortaleza, se intentó la evangelización de aquellos, sin suerte. La cosmovisión chachapoya se mantuvo intacta hasta el punto que al no ceder, los españoles los dieron por perdidos y los masacraron prendiendo fuego a la fortaleza, quedando como hoy en día.

Pero, al margen de la historia, lo curioso no es eso. Aún queda mucho que investigar de esta civilización. Como siempre no hay fondos. Las investigaciones se van para afuera y los peruanos esperan los resultados de los foráneos para entender su historia. Y aquí, uno de los puntos fuertes. Los muros que se mantienen de las casas del interior de la fortaleza (se estima que residieron aquí unas 5.000 personas en diferentes familias y a casa por familia, hay muchas casas), tienen una forma circular, que se cree originaría de las zonas amazónicas, donde todos los pueblos tienen las mismas estructuras. Pero también han encontrado momias de esta época con cabellos rubios que contradicen los cabellos morenos de los pueblos amazónicos. De ahí la teoría de que los vikingos, que se sabe llegaron a las costas americanas, se establecieron en la región amazónica, como uno de tantos pueblos, y luego se subieron a las montañas, creando la civilización chachapoya, con las mismas edificaciones que Escandinavia.
Una muestra más de que la historia aún está por escribir y que ya no vale la versión oficialista interesada y globalizada de ese falso descubrimiento de las Americas por el señor Colón.

Por otro lado, la visita a Kuélap es increible. No tiene nada que envidiar al sobrevalorado y sobrexplotado Machu Picchu. Los muros exteriores le dan una magnificiencia que se confirma con las preciosas estructuras del interior. Con sus miradores, sus casas, su templo, sus decoraciones, y la vegetación autóctona que se manifiesta por doquier.
Tras una maravillosa experiencia regresamos a la ciudad. Nuevo rumbo. Otro cambio. De las montañas a la costa. Un pequeño reláx en las playas pacíficas.

Máncora es una pequeña localidad bastante turística. De aquí en adelante las costas de Océano Pacífico son cálidas por la llegada de las corrientes del Norte que frenan la corriente de Humbolt, que hasta aquí mantenían frías las aguas y sus respectivos baños. Por eso aquí, se amontona la gente en temporada alta. Tanto mochileros como peruanos que vienen intentando paliar el asfixiante calor. Por suerte no hay mucha gente ahora y podemos buscar ese relajante momento oceánico.


Llegando a Máncora


Al pasear por las respectivas playas observamos otro fenómeno que se estaba dando en esta parte del litoral peruano. Cientos de pelícanos y algunos delfines se habían encontrado muertos en las costas, debido supuestamente a un virus aún desconocido. Algo que a la vista es dramático.
Tras unos intensos bañitos en el océano, nos dirigimos hacia la zona de Tumbes. Una de las zonas protegidas de manglares que se extienden cruzando la frontera hasta Ecuador. De lo que era a lo que queda es otra historia. Las camaroneras, jaulas de cría intensiva de camarones, han causado la contaminación y muerte de este ecosistema endémico de las costas pacíficas. Químicos, sobreexplotación. Una de esas cosas que se repiten por el mundo en cada una de sus diferentes especialidades.

Para ahorrarnos un poco de plata, y ya que el hacer dedo no se lleva mucho en Perú, decidimos ir cruzando de a poco los diferentes puntos de paso hasta la frontera. Y aquí lo curioso. Después de sellar la salida de Perú, aún tuvimos que recorrer un trecho hasta llegar a Aguas Verdes, último de sus municipios. Y aquí se daba la circunstancia de que ya no estábamos en tierra de nadie hasta que llegamos al control migratorio de entrada de Ecuador, después de cruzar todo el pueblo de Huaquilla, ya ecuatoriano.
Una vez sellada la entrada, mientras esperábamos un bus a Loja, primer destino de acá, aún cruzamos de un pueblo a otro para ir a tomar algo. Y de nuevo al otro, cruzando fronteras sólo separadas por un puente de 10 metros. De Perú a Ecuador en segundos, y viceversa. Aquí todo se cruza, la moneda, las comidas diferentes, las gentes, que en estos pueblos están en donde quieran estar.


Salida de Perú (Aguas Verdes), puente (todo tierra de nadie) y llegada a Huaquilla (Ecuador)
Un buen ejemplo del absurdo de las fronteras.
Por dejar una última constancia del Perú, un libro y una película.

Todas las sangres. ( Jose María Arguedas, 1964).
La teta asustada.