05 mayo 2012

UNA HISTORIA SOBRE LA HISTORIA. Parte 1.

Casi no pasamos la frontera. Un bloqueo de la parte peruana amenazó hasta el último instante. Pero pasamos.
Mientras recorriamos las maravillosas costas del Lago Titikaka, ahora ya del lado peruano, dirección Puno, dejábamos atrás esos recuerdos de Bolivia. Es curioso como desconectas de una realidad para dejar la tabula rasa lista al adentrarte en otro país. Formateas momentáneamente tu cerebro, para empezar a observar los detalles, los instantes que van a venir en días próximos. Nueva historia, moneda, luchas, problemáticas, cultura, clases, gastronomías, músicas... Y también una nueva etapa del viaje.

Dejando Puno de lado, el mayor atractivo es visitar a los Uros, pobladores del Lago Titikaka que viven en pequeños islotes fabricados en totora, una caña con unas características flotantes increibles. Algo que originalmente los identificó como un pueblo aparte, ahora vislumbra el turismo implícito en sus visitas guiadas.
Tras pasar por Juliaca nos dirigimos hacia Arequipa, primer destino peruano, primeras impresiones, comparaciones, adaptaciones.

Arequipa es la segunda ciudad más poblada del Perú, después de Lima. Una certeza al ver las dimensiones de sus extrarradios a la entrada de la ciudad.
El centro de la ciudad refleja la buena calidad de vida de sus habitantes, a la par que las construcciones coloniales que rodean varias cuadras a la Plaza de Armas, plaza inmensa de una riqueza arquitectónica apreciable. Aunque la llaman la ciudad blanca por el material con el que están construidas las diferentes edificaciones del centro colonial de la ciudad, su toque es más agrisado. Si dicen la ciudad blanca me viene a la mente Sucre, esa si que es blanca.
Arequipa mantiene en sus gentes un pequeña diferenciación cultural e identitaria respecto el resto del país. No se ve una ideología identitaria hacia la determinación, como igual si se veía en Santa Cruz, pero la diferencia con las otras partes montañosas, costeras y selváticas del país está en la sutileza de algunos comentarios.


Catedral



Igual después de dejar en el horizonte pasado las calles de Bolivia, con sus perros, sus basuras, sus vendedores callejeros, su tráfico caótico, sus microbuses, su actividad cultural reflejada en las clases sociales, su identidad asombrosamente única, las primeros reflejos de esta nueva realidad te sorprenden por su posición totalmente opuesta. Calles limpias, ningún perro, poco tráfico, semáforos, tiendas y comercios con otra calidad, marcas multinacionales, gente con poder más adquisitivo, casi ningún vendedor callejero.
Desorientación. Esa sería la descripción de lo que se me vino a la cabeza los primeros pasos por Perú.
La catedral es de una magnitud equiparable a la plaza, a los pasajes que la rodean, a antiguos edificios barrocos de exquisito detallismo ahora sedes de restaurantes y sucursales bancarias. Todo bastante impoluto, se ve cuando se cuida el sector turístico monumental.
Se ven otros cambios, de la multitud de microbuses, ahora se abren paso entre el asfalto los toritos, pequeñas motos con capacidad para dos pasajeros sentados en la parte de atrás, protegida por un toldito, o los más nuevos con pequeños chasis.




Tras visitar las calles adyacentes a la zona central, la más cuidada y fotografiada, recorrimos las periferias, donde ya encontramos la cara escondida de la realidad peruana y, en parte suramericana. Sectores más pobres con todo su espectro visual añadido, entre algunos cañones y las espectaculares vistas del Volcán Misti (de maravillosa forma cónica), el Chachani (con más de 6.000 metros) y el Pichupichu de fondo.
La zona, como buena parte de Perú, está visitada por terremotos de diferentes magnitudes, aunque de momento las erupciones están sin actividad. No me imagino una erupción de estos monstruos, con esa altura, tamaño y cercanía a la ciudad.

Una vez asentados en la ciudad y en el país,lo primero que hicimos, como buen viajero, es crearnos un carnet de estudiante. Muy fácil. Buscas en Internet un formato, le pones tu foto, algún dato, lo decoras como creas oportuno, lo imprimes, lo enmicas (plastificas), y ya está listo para presentar en museos o sitios arqueológicos donde te rebajan la mitad el precio. Legal, legal no es, pero tampoco lo son los políticos y ahí están.
Algunos sitios interesantes para visitar son la Catedral, el Monasterio de Santa Catalina, el Mirador de Yanahuara, los museos de arqueología y las diferentes y majestuosas casonas coloniales. Y sobre todo comer en el mercado central. Muy auténtico.

Desde aquí nos dirijimos a la parte más importante de llegar a Arequipa, el Cañón de Colca. Es el cañón más profundo del mundo, aunque existan dudas por la cercanía del Cañón de Cotahuasi, donde hay puntos en que le gana en profundidad. Pero en su belleza le supera Colca.

Reserva Nacional Salinas y Aguada Blanca

Chivay

Estatua de la momia Juanita


Llegamos al primer punto para acceder que es Chivay, tras pasar por la Reserva Nacional Salinas y Aguada Blanca, lugar de múltiples vicuñas Ahí inauguramos los carnets estudiantiles rebajando mucho el desorbitado precio que tiene visitar la zona. Tienes un boleto para estar varios días, para hacer trekking, acampar, o lo que creas que quieras experimentar por acá. Pero nos dimos cuenta que no lo piden en ningún sitio más que en el Mirador de la Cruz del Cóndor, donde se ven cóndores volar, y donde llegan todos los tours que paran unas horas y se van de vuelta. Así que si no te interesa ver el mirador no hace falta que lo compres, porque buses hay para todos los pequeños pueblos desde los que puedes hacer trekkings.

Toritos

Contraste nueva parte turística y casas locales


Nosotros fuimos a verlo, escapando de los tours, a la mejor hora del día. Con el amanecer entre las paredes del cañón, helados de frío, esperando el ascenso vertiginoso de la magnitud alar de los cóndores, solos, en total silencio, como si nadie hubiera llegado nunca allá, y con los ojos en sintonía empática con el escenario.
Y fué espectacular. Sobre todo la aparición de éstos, antes de que llegaran las hordas de turistas con cámaras del mismo tamaño que los pájaros. No sé que decir de aquellos. El cañón puede ser grandioso pero lo eclipsan. Sólo les sigues con los ojos. Pasan debajo tuyo con la naturalidad de un famoso que posa para tí. Van y vienen. No nos damos cuenta de que hay multitud de turistas. Nos da igual, ellos no son los protagonistas. Los tours se van. Nosotros no tenemos ni medio de transporte ni prisa alguna. Seguimos observando.








Del mirador se puede andar a los otros miradores que hay por la ruta hasta llegar a Cabanaconde. Solos sin autos ni gente, buscando más vuelos, más emblemas animales.
Nos encontramos a campesinos, humildes, sonrientes, muy amigables. Y las vistas del cañón que nos siguen, nos acompañan, nos muestran los pueblos que se sitúan en sus paredes, en sitios imposibles, en alturas de vértigo, Tapay, San Juan de Chuccho, Malata... Muy loco. Y el río Colca que, empequeñecido, surca sus orillas, alimenta las huertas de sus pobladores. Pobladores que mantienen sus costumbres, sus vestimentas, sus tradiciones. Cabanas y cocallas, de origen preinca.

Aún preparados con nuestra tienda de campaña y toda la equipación para hacer trekking nos vimos imposibilitados por la cruenta lluvia que estaba azotando la región. La verdad que llueve mucho en esta zona, e igual que en el resto del Perú. Los constantes cambios de clima son impredecibles a lo largo del año, más aún con el castigo antropocéntrico del cambio climático, lo comentan las arrugas y la experiencia de los vecinos. Por cierto, eso ha perjudicado a los cultivos de la zona donde, desde unos años atrás, están empezando a utilizar los pesticidas químicos vendidos por comerciales de multinacionales agroquímicas sin escrúpulos. Igual por eso se intentan dedicar en la medida de lo posible al sector turismo, cambiando sus casas por sitios de alojamiento o pequeños comercios de alimentación. Un buen ejempo es una taberna irlandesa, producto de la fusión de la casa de una señora de Chivay, con las ideas turísticas de uno de esos irlandeses que pueblan el globo, con gran éxito mochilero.

Decidimos regresar a Chivay, desde Cabanaconde (ciudad de los Kawanas, con un maíz especial, muy sabroso) donde tuvimos la suerte de vivir uno de esos episodios del día a día de la gente de estos pueblos. Con las lluvias y el desplazamiento del terreno embarrado, un camión se quedó clavado en la subida camino Maca. Podría llevar tiempo, pero a diferencia del resto de turistas que decidieron pagar para que los llevaran las furgonetas de los tours turísticos, nosotros esperamos con los locales, en el bus, a ver cómo se solucionaba la situación. El dinero puede comprar el tiempo, pero marca una diferencia de clase. Al final en menos de una hora se solucionó y llegamos a la vez que el resto de turístas que tuvieron que pagar de nuevo el boleto. Justo.
Pasamos contemplando los pequeños pueblos que rodean la carretera con sus pequeñas y tradicionales iglesias, protegidas por la naturaleza de altitud de la zona. Maca, Achoma, Yanque. Muy estilosos.
Llegando a Chivay (en quechua, ciudad del amor, con su baile tradicional Witi Witi, que es hacer el amor, baile preludio del acto sexual) tomamos un bus de vuelta a Arequipa y de aquí enlazamos con otro camino a Cusco.

Justo a la llegada, dejando atrás espectaculares paisajes, nos pasó algo surrealista. Sentadas al lado nuestro había dos cholitas que portaban unas mochilas sospechosas. A la entrada a Cusco (Qosqo) se pusieron nerviosas ante un control policial y nos tiraron una mochila diciéndonos que dijéramos que era nuestra. Para nada. Guarda tus cosas en otro sitio. En ese momento policías entraron y les quitaron las mochilas (portadoras de drogas, en Cusco al ser tan turístico se mueven muchas drogas), pero no las detuvieron. Sudaron de bien y luego nos evitaban la mirada.

Nos alojamos en casa de una familia local, que nos recomendó un amigo, Pak´arincama (calle Pumapaccha, San Blas), escapando del parque de atracciones en que se ha convertido, posiblemente, una de las mejores ciudades del continente. No hay nada mejor que charlar con gente de acá y que te cuenten sus perspectivas, sus ideas, sus vidas. Y esta familia es genial. Han aguantado la multitud de ofertas de agencias de viajes, promotores inmobiliarios, inversores extranjeros que han intentado comprar su casa para hacer, eso que han hecho por toda la ciudad, hoteles de lujo, restaurantes, agencias de tours... Y se mantienen dignos. Los cusqueños han sido desplazados del centro por los gringos, yéndose a vivir a los barrios de la periferia, en lo que podríamos llamar una neocolonización de su cultura, tradiciones y estilos de vida. Más aún recordando que es lo mismo que hicieron los españoles al llegar a la ciudad. A todas las panacas (familias) incas las desplazaron a reducciones en los barrios de San Sebastián y San Jerónimo, entre otros, mientras la ciudad construida por el Inca Pachacútec (el constructor también del Machu Picchu, y el gran expansionista del Imperio Inca) fue colonizada y reconstruida sobre los muros originales, utilizando las mismas piedras de las fortalezas incas cercanas, sobre todo de Saqsaywaman. Eso es lo que critican los locales. El turismo destructor e impositivo que ha tomado toda la ciudad, y de donde no se llevan nada, ya que las ganancias se desvían a Lima, que luego no invierte nada en la región, donde sólo prospera el turismo de masas. De hecho, los últimos descendientes de las panacas incas, Lucas Quisiyupanqui, descendiente de la panaca Wiracocha, y su esposa Matilde Raurau, descendiene de Sinchi Roca, simbolizan hoy lo que en el pasado había sido una alianza entre dos panacas poderosas y que se unieron para fortalecer sus vínculos contra los invasores, llevadas a las reducciones, ahora los barrios donde viven alejados de las dos caras de Cusco,  mientras cuentan la historia de amor y uniones de las panacas en tiempos de la invasión hasta la actualidad, recordando y comentando el presente.
Aquí, en el distrito de San Sebastián, se ha formado la Coordinadora Juvenil de Panakas y Ayllus Reales de los Inkas, que dan charlas y talleres a comunidades de campesinos, con el objetivo de mantener la identidad, la cultura, y los valores de su historia, contra la cultura cambiante y globalizada de su realidad.



Plaza de San Blas




Muralla Inka donde aparece el puma formado por rocas


Caminando por la ciudad, te sorprendes. Es increíble, por varias partes, los vestigios de la capital del Imperio Inka, que aún conserva muros (construidos con rocas enormes en maravillosas obras de ingeniería), palacios reconvertidos en iglesias o monasterios, vías, templos. Y la reconstrucción con la catedral, las iglesias, las plazas, las casonas, los monasterios, las calles, los balcones. Todo cuidado, muy cuidado. Limpísimo, hermoso y preparado para la multitud de fotos que se hacen de cada esquina, de cada vistazo, de cada instante.

Balcones coloniales en las casas de la plaza

Neocolonización multinacional al lado del himno de Cusco


Pachacuteq

Jodida ironía

Luego, tras la primera impresión, te das cuenta de como está invadida la ciudad por el turismo de masas. Casi no ves cusqueños si andas por el centro. Tienes que ir a los mercados un poco más alejados. Y los precios concuerdan con lo que representa la ciudad.
Por eso hay que buscar como no gastar. Comer en los mercados. Las iglesias, verlas en horarios de oficios religiosos, con su debido respeto. La catedral (antiguo palacio del Inka Wiracocha, y construida con los bloques de piedra de la fortaleza de Saqsaywaman), se ve en tour, pero nos dimos cuenta que la puerta de salida, cuando sale un tour, se queda sin vigilancia, momento en el que puedes entrar y ver a tu ritmo y gratis la catedral. Otra es utilizar ese carnet de estudiante para los sitios donde no puedas encontrar una vía de entrada, como en el Templo de San Blas (donde está el mejor pulpito construido en madera de toda las américas y comentado por el Ché en sus diarios de motocicleta) y otros templos y antiguos palacios. Por nombrar algunos el Palacio de las Vírgenes del Sol, el Templo del Sol, el Palacio de Pachacuteq, el Ovalo Pachacuteq, Museo de Arte Precolombino, Convento de La Merced, la Plaza Mayor, la de La Merced, la de San Francisco, las avenidas Choqechaka, Tullumayu, El Sol y Saphi (que forman la figura de un puma, deidad inca, e ideado por el constructor Pachacuteq, la cabeza la formaba la fortaleza de Saqsaywaman), los mercados de San Blas y San Pedro, y la infinidad de cosas que aparecen por todos lados. Por eso es increíble. Una fusión absoluta de todo.

Restaurantes exclusivos para el turismo sionista



Casas coloniales sobre estructuras inkas


Eso mismo

Las calles aledañas a la Plaza Mayor son las más turísticas, de mochileros que se quedan en hostales, de sólo habla inglesa y de donde no salen, estando de fiesta todo el día, de restaurantes por nacionalidades (los israelitas, que invaden todo, tienen su comida koser y letras hebreas para toda una calle), de franquicias de multinacionales... Un horror de nuevo.

Después de intentar ver todo lo posible y observar lo que te parece imposible, salimos de Cusco para ver el Valle Sagrado. Antes podías comprar boletos por separado para los diferentes sitios arqueológicos que rodean a Cusco y que se esparcen por toda la zona montañosa. Ahora sólo hay uno y vale su precio, lo mismo que la visita al Machu Picchu, y no vale nuestro carnet. Solución tomar un bus hasta Ollantaytambo, porque de camino recorre todas las ruinas y se ven desde el mismo bus. No estas dentro, pero no hay mucha diferencia. Pasando por Saqsaywaman (fortaleza de vigilancia), Q´enqo (centro religioso de culto a la fertilidad), Puka Pukara (puesto de control administrativo), Tambomachay (lugar de descanso y baños, además de acueductos), para luego entrar en el Valle Sagrado (zona de producción alimentaria inka), circulando al lado del río y de las huertas, sobre todo de maíz y quinua, rodeado de montañas y algún resto arqueológico, rodear Pisaq y acabar en Ollantaytambo.

Valle Sagrado

Fortaleza Ollantaytambo



Calle del pueblo de Ollantaytambo

Aquí se puede observar otra antigua fortaleza en muy buenas condiciones, construida entre dos montañas en un lugar estratégico que dominaba todo el valle, y que era un complejo religioso, administrativo y agrícola. El pueblo del mismo nombre (origen y construcción inka) conserva su distribución intacta, como si no hubiera pasado el tiempo. Toda la zona tiene un magnetismo especial y te hace imaginar el pasado. Se mantiene bastante intacto para lo turístico que es.

De regreso a Cusco, nos tomamos esas buenas cervezas cusqueñas, sobre todo la de trigo, que es excepcional, a la que veíamos algún conciertito en vivo, y nos despedíamos de Melina, que tan bien nos acogió en su humilde hogar, y nos regaló sus nutritivos comentarios y experiencias. Como ir a la procesión del Señor de los Temblores, patrón de Cusco, con la familia, que aunque era totalmente de carácter católico, tenía su historia. Le llaman así ya que después de un gran terremoto en el 70, no paraban los temblores hasta que lo sacaron de procesión. Ahora es la cita más importante de la ciudad que se echa a sus calles para verlo. Pero este año, casualidades de la vida, fue uno de los pocos de la historia donde diluvió ese mismo día, mejor no sacar conclusiones al respecto, pudiendo obsevar como todos los cusqueños, nosotros con ellos, se empapaban, mientras todos los balcones protegidos cerca de la plaza se llenaban de turistas en posiciones privilegiadas. A la mierda con ellos.

Rumbo al icono peruano, al primer puesto de visitas turísticas de Suramérica. Para llegar a Aguas Calientes (Machu Picchu pueblo) se va directamente en tren desde Cusco, o, en su defecto y algo más económico, desde Ollantaytambo. Los precios son desorbitados y no hay buses. Pero existe una opción muy económica, por 10 dólares llegas a Aguas Calientes, en vez de los casi 100 que te cuesta en tren.
Como hacerlo. Primero se toma un bus que va de Cusco a Quillabamba. Hay que ir a la estación de buses hacia Quillabamba que está cerca del cementerio y el hospital. Se paga hasta Santa María que es donde queremos bajarnos. El camino es genial, ir de día, ya que vas entre montañas y ríos, con picos nevados, y ruinas que vas viendo a tu paso. Las subidas y bajadas de las montañas en zigzag, son lentas pero de una maravillosa espectacularidad.
Llegada a Santa María

Luego llegas a Santa María. Hay alojamientos supereconómicos. Nosotros nos quedamos ya que llegamos de noche. Al día siguiente en un taxi compartido se va hasta Santa Teresa.

Plaza Mayor de Santa Teresa


 Hay una zona que pertenece al camino inca (éste si que es espectacular pero hacerlo en 4 días te cuesta casi 400 dólares, es una locura, aunque hay otros gratuitos que se están empezando a poner de boca en boca por su tranquilidad y por su parecidas vistas). Se pasa entre montañas con bastante riesgo de derrumbes de piedras en la carretera, pero de vistas sobrecogedoras. Una vez llegados a Santa Teresa puedes tomar un último taxi hasta la central hidroeléctrica. Nosotros lo hicimos andando en 3 horas, con calma, observando las bellezas naturales el camino. Ahí llegas a la central hidroeléctrica, por cierto están haciendo una macrocentral, que nos detuvo unos minutos por explosiones de dinamita, para recircular el agua por un nuevo túnel. Y desde la central sólo queda un trekking de dos horas siguiendo las vías de tren hasta llegar a Aguas Calientes, pueblo de entrada a la montaña más conocida, al Machu Picchu, y recorriendo la Reserva Nacional de Machu Picchu. El camino es único, rodeado de vegetación tropical, acompañados por el río Urubamba ( muy torrentoso y turbulento en partes, sobre todo en las cercanías de Aguas Calientes) a nuestro lado y entre montañas de ecosistema casi selvático, cruzando partes de río por puentecitos precarios. Tan húmedo es que empezó a llover lo que nos obligó a acelerar el ritmo hasta llegar. Desde el camino se puede ver una parte de las ruinas en las alturas.









En Aguas Calientes o Machu Picchu Pueblo, como quieras llamarlo, nos esperó otra sorpresa muy interesante. Mientras vimos que realmente el pueblo son hoteles y restaurantes, hay un hotel con habitaciones casi por 300 dólares, y poca cosa más, lleno de turistas de casi cualquier nacionalidad, en la plaza se daba una concentración política de repulsa al alcalde.

Aguas Calientes

Plaza Mayor

Consetur, la dueña del turismo de la zona, de los autobuses que hacen la ruta Machu Picchu a Aguas Calientes (ida y vuelta por 15 dólares, sólo 30 minutos) desvía y malversa los fondos que ingresan las ganancias del turismo, con corrupción con nombres y apellidos. Una parte es pública, el 35%, del municipio, dinero de los ciudadanos, que no llega por la malversación. Desde contratar a abogados por dinerales, a ajustes de libros de cuentas, falta de transparencia... El alcalde fue contra ellos, pero estos controlando al juzgado de la zona acusó al alcalde de nepotismo y abuso de autoridad. El alcalde se defiende acusando de la corrupción en Consetur. Ahora hay juicios. Los vecinos no saben que creer y piden al alcalde que dimita o ajuste y reestructure la junta directiva de Consetur, que a su vez es lo que intenta y por lo que se le ha acusado. Aunque el alcalde no está limpio del todo. En medio de todo falta la plata por todos sitios y siempre pierden los de abajo, que se concentraban ante la impasibilidad de los turistas. Bueno nosotros nos metimos en medio para ver el lío y conocer el tema.

Para subir, al día siguiente, al Machu Picchu lo hice andando. Es una hora de ascensión entre camino inca y vegetación, mientras los autobuses te van pasando. Son muchos. La afluencia es bastante alta y eso que no es temporada alta. Se suda, es bastante empinado. A la llegada y eso que era temprano, ya estaba abarrotado. No me extraña que la Unesco casi les retira el título de Patrimonio de la Humanidad, y su subvención añadida, por el poco control del patrimonio y la explotación abusiva del entorno, cosa que ahora está un poco más regulada. Pero hasta rodaron un anuncio de cervezas que con la grúa de la cámara derribo una parte del Intihuatana (reloj solar). Está descontrolado su mantenimiento y casi lo vende Fujimori durante su mandato a empresas privadas para su gestión. En medio de todo eso la historia, como de costumbre, no cuenta toda la realidad. Por ejemplo, no fue Hiram Bingham el primero que lo descubrió, ya un peruano Agustín Lizárraga y campesinos antes que él, lo conocían, pero la fama del descubrimiento se la adueño aquél señor, amparado por el dinero de la Universidad de Yale, que robó y expolió el yacimiento. Ahora se pide que devuelvan los restos robados, pero el gobierno de Alan García firmó un usufructo que le da tiempo a la universidad hasta el 2.099 para devolverlos. Una vergüenza. Mientras aún nadie se ha puesto a investigar a fondo uno de los yacimientos más importantes del mundo y nueva maravilla (de esas nuevas 7 maravillas del mundo que se votaron por medio de una empresa privada, para nada vinculante). Aún faltan muchos detalles de conocer, historias que relacionar, conocer más la realidad de la única ciudad no devastada por los españoles, la llamada ciudad perdida.

Subida a las ruinas


Primeras vistas

El primer punto que ves, el más importante, el que te marca la primera y mejor impresión, es la visión de su deslumbrante totalidad, de su impasible existencia, de su esplendorosa y brillante esencia, de su sobrecogedora aparición. Desde la caseta del vigilante se observa la clásica postal, que luego irás viendo desde todos los ángulos posibles. La verdad que maravilla la ingeniería de esta magna obra. Todos los puntos, la historia, las vistas del resto de las montañas, de toda la zona, de su totalidad. Desde un pequeño punto de vista crítico creo que está un poco sobrevalorada. Las ruinas si no fuera por dónde se emplazan no serían tan visitadas. Lo que se lleva todo es la totalidad del paisaje, el ecosistema dónde se aparece, la dificultad de su edificación y sobre todo la historia que le ampara. Eso unido la hace grande, muy grande.
Luego pasan las horas, recorres todos los espacios que puedes, escuchas a los guías de cada grupo, para ir reuniendo toda la información posible. Muchos datos, detalles de esta ciudadela de no más de 600 habitantes construida durante el reinado de Pachacuteq, posiblemente como sitio de retiro y descanso.
Los tecnicismos y las teorías quedan por internet, son demasiados extensos para comentarlos por aquí.
Al lado aparece el Wayna Picchu, la segunda montaña con más ruinas arriba, tras recorrer una subida vertiginosa. Las vistas deben ser más místicas aún, pero para subir hay un cupo de entradas que se agotan con antelación. No subí.



Putucusi








La bajada es más cómoda, más rápida, más eficaz. De regreso a Aguas Calientes nos enteramos que hay un monte, el Putucusi, justo enfrente del Machu Picchu, que al subir haciendo trekking puedes ver todo el sitio arqueológico. Pero hay un tramo de escaleras de madera de 60 metros en vertical, que con la lluvia están podridas e igual te vas para abajo. No creo que siendo gratis las arreglen. No es negocio. Una pena.




Templo del Sol, el 21 de Junio, Inti Raymi, primer día del calendario inka y andino, el sol amanece, entrando perfectamente la luz por el templo 







El retorno es a toda prisa. Tenemos que llegar antes de que se vaya en último auto hacia Santa Teresa. Hacemos el recorrido entre las vías en tiempo record. Llegamos. Santa Teresa. Santa María, este tramo cuesta, ha habido derrumbes y como es semana santa nadie trabaja para limpiarlos, menos mal que pasamos justos. De vuelta a Cusco y sin tiempo para descansar, directos a Nasca. Otra cultura, otro pueblo.
Justo en estos días regreso el terrorismo de Sendero Luminoso, el grupo de guerrilla maoísta que causó estragos en los 80, con un inicio político diferente a su final, y que unos años atrás, células restantes aparecían de nuevo en actividad. En las montañas del departamento de Cusco, en el VRAE, no tan lejos del Machu Picchu, realizaron un secuestro masivo que se finalizó con la respuesta del ejército que los liberó, con bajas de por medio. Algo que ocupó todas las primeras planas y noticieros durante varios días. El presidente actual Ollanta Humala, viene de ser general en el ejército, de intentar derrocar en su día con éste al gobierno de Fujimori, y tras exiliarse, volver a la política y ser elegido presidente el año pasado. Entre otros asuntos ésta era su principal intervención, con la captura de Artemio, cabecilla de los grupos remanentes. Ahora para acabar con los disidentes ha hecho abandonar sus casas a los habitantes de la zona, para bombardear los enclaves de sendero, algo que le ha aumentado el índice de popularidad en el país.

Intentamos acercarnos a Ayacucho, precísamente el lugar donde estuvo asentado Sendero Luminoso en los años del terror, pero más para ver la capital del Imperio Huari, que junto a Tiahuanaco, fueron dos de los grandes imperios preincas. Pero ahora que ya no domina ese terror de antaño, ha vuelto a popularizarse lo que antes era el punto turístico principal de la ciudad. La Seman Santa atrae tanta gente (Ayacucho está repleto de iglesias convirtiéndola en la ciudad más católica de uno de los países más católicos) que se hace imposible visitarla en esas fechas, menos en esas fechas. Así que pasamos de largo.

El camino a Nasca, cambia de paisajes con una rapidez deslumbrante. Tras dejar atrás las montañas y los fértiles valles, nos adentramos al desierto, a las dunas y a la planicie. Al largo viaje hacia ninguna parte, a la desolación de la vista. Hasta que se acerca a la costa no cambia, aquí pasa a formar pequeños cañones que le dan otra apariencia, aunque siguen las dunas. Sobre todo la de Cerro Blanco, la duna más grande del mundo con 2.078 msnm. Algo espectacular. En otra ocasión nos lanzamos de arriba a abajo como croquetitas.


Cerro Blanco, al fondo

El pueblo, además del calor que hace en él, cuenta con uno de los grandes atractivos a visitar que son las famosísimas líneas de Nasca. Las líneas realizadas sobre una esplanada enorme a las afueras del pueblo, por otra de las civilizaciones que dominaron esta región. Una cultura muy interesante, que además controlaba las perfecciones de la cerámica.
Problema. El precio del tour para verlas, una avioneta que las sobrevuela durante una escasa hora, se hace muy elevado. Por eso accedemos en un bus público, a las afueras de Nasca, donde se encuentra una torre en medio de la Panamericana, desde donde se pueden observar dos figuras. Un mirador para pobres. Al lado se encuentra una pequeña colina que sirve de otro improvisado mirador para observar el inmenso horizonte de ese lienzo que utilizaron los nasca con unas piedritas y paciencia.

Rana

El Árbol

Gran lienzo

Lima. Lugar de la cultura del mismo nombre. Capital del país y ciudad más habitada. Enorme, demasiado. Cuanto más grande pierde más su encanto. Pero es de paso obligatorio te guste o no.