Sustos aparte, sin lugar a dudas, la visita al Parque Nacional de Tierra del Fuego, no tiene comparación.
Si se entra antes de las 8 de la mañana (hay que tomar un taxi para llegar de noche), no se paga la entrada al parque y se puede observar el amanecer en la Bahía Ensenada.
Un ecosistema único, con sus turbas, castores de una sofisticada ingeniería, delfines respirando la tranquilidad del agua, armoniosa belleza visual a comtemplar, llegando al trekking más codiciado, el Cerro Guanaco.
Parque Nacional Tierra del Fuego |
Amanecer |
Ushuaia desde el Cerro Guanaco |
La dilatación de unas pupilas que no pueden absorber todo ese cromatismo.
El apaciguar el latido incesante de un corazón, que no abarca el magnetismo del momento.
Y para subir más la adrenalina, una bajada en temerario surfeo en pendiente vertical, bajo la atónita mirada de otros montañistas.
El día anterior, el surrealismo alegró nuestras mentes, cuando una anciana pareja de multimillonarios alemanes (con guardaespaldas y superyate de lujo amarrado en el muelle), se conmovieron ante las historias de nuestros viajes, anécdotas y experiencias, tras preguntarnos, mediante la traducción de su guía, y al ver nuestras mochilas preparadas para el camping. Ante la imposibilidad de poder realizar un viaje así, con la sentencia de que "el dinero no puede comprar el tiempo", nos regalaron 50 dólares a cada uno.
La contundencia de nuestra negación, no venció la insistencia continua de los ancianos. Situacionalmente obligados a aceptarlo y tras la imposibilidad de comprar explosivos y reventar su yate, decidimos invertirlos en pegarnos una fiesta.
Otro día caerán, y con ellos todos los demás.
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