02 mayo 2011

CHILOÉ

La leyenda  cuenta que hace milenios atrás,  Chiloé era parte de un sólo cuerpo terrestre unido al continente. Un día apareció el espíritu de las aguas en forma de culebra: Cai-Cai Vilú. Éste ordenó el ascenso de las aguas ocasionando con ello la inundación de las tierras bajas, valles y cerros, sepultando a sus habitantes. Cuando las aguas cubrían gran parte de la tierra , se presentó el espíritu protector, Ten-Ten Vilú, en forma de culebra, originando el inicio de una larga batalla.
La lucha entre estas dos fuerzas, fue fuerte y penosa. Mientras una elevaba el nivel de las aguas, la otra elevaba el nivel de las tierras, tratando ambas de proteger todo lo existente en sus respectivos dominios.
Después de largos años de batalla, en la cuál ninguna demostraba clara supremacía, la culebra Ten-Ten logró vencer a su enemiga, pero no totalmente, ya que los campos de batallas no regresaron a sus límites primitivos, transformando así los antiguos y fructíferos valles los nuevos golfos y  los cerros y cordilleras en diversas islas.

Así cuenta la leyenda como se formó Chiloé, aunque realmente es un archipiélago chileno con algo más de 150.000 habitantes (chilotes), con la isla grande de Chiloé, y pequeñas islas que rodean su parte este.
Originariamente estas tierras las habitaban los huilliches hasta la colonización española, que utilizó la isla como importante puesto defensivo de cara al Océano Pacífico, y que la aguantó hasta que Simón Bolivar comprendió la importancia de su control, para la independencia de Chile y con ella las Américas.
Luego entró a formar parte de Chile.
Sus habitantes se sienten orgullosos de habitar una isla al sur del mundo, y al llegar la noche sentir el misticismo de sus leyendas, de la Pincoya, del Trauco, y demás seres mitológicos que aquí habitan y no existen... o dejan de existir cuando llega un nuevo día, donde despierta la naturaleza verde espesa. Verde que se transforma en agua clara iluminada por la luz del sol, cuando las nubes no la ocultan. Verde que se refleja en las manos y espaldas fuertes curtidas por el tiempo y el mar.
Chiloé es algo realmente especial, único, separado de todo lo demás, en lucha por sí misma y contra sí misma. Con sus tradicionales iglesias de madera, que aparecen en cada uno de los pueblos que conforman la isla (son parte de Patrimonio de la Humanidad), junto a sus casas decoradas de diferentes formas y dibujos en las maderas de sus paredes, el humo que respira la ciudad por la combustión de las estufas caseras, los nuevos centros comerciales, las antiguas tiendas familiares, sus platos típicos, las nuevas comidas rápidas, las antiguas tejedoras artesanas, los palafitos (casas construidas sobre el agua y sujetadas por fuertes vigas de madera).
Las artesanas recuerdan viejos tiempos al calor de la leña, los jóvenes se modernizan al ritmo de la postmodernidad acultural. Sube el precio del metro de madera, para la combustión en estufas caseras, igualando el precio del bidón de gas, tal vez, para monopolizar su consumo. Aguanta el mar y el campo, a la vez que las ciudades más grandes aspiran a algo más cosmopolita.
La mayor parte de la población se dedica en alguna parte de la maquinaria productiva de la industria del salmón. Es un equilibrio de supervivencia muy frágil, hace 3 años un virus afectó a los salmones (provocando una enfermedad que se llama Anemia Infecciosa del Salmón, ISA), paralizando las exportaciones y llevando a toda la población al desempleo. Eso crea la dependencia de esta industria que se vuelve a recuperar, para seguir devastando los ecosistemas donde emerge, y capitalizar cada vez más a las familias que son dueñas de ellas, mientras a su vez explotan a los trabajadores del lugar y sus recursos. Es, en todos sus factores integrantes, el mayor ejemplo de un mundo que ha capitalizado neoliberalmente todas sus partes, en todas sus consecuencias.

La llegada en barco a Quellón, dejó tras de sí, las maravillosas vistas de la cantidad de islas que surca en su camino, y tras parar en Melinka, se ocultó de nuevo el sol.
Quellón, si algo tiene más distintivo es el principio o final de la Carretera Panamericana, situada en un hito en la Playa de Lapa. Más autenticidad tiene Quellón Viejo a 4 km., donde llegaron los primeros habitantes. Además esta zona se considera como el punto más austral donde llegó la cristiandad, o donde se robaron las tierras huilliches.




Quellón y chilotes


Principio o fin de la Carretera Panamericana



Compu es un pueblecito que reune a las diferentes familias huilliches, a nivel asociativo, y centro de dicha comunidad. Muy relajante observar las aguas del fiordo que entra bordeando sus cerros.


Compu

Castro, capital de la isla, ya cuenta con más habitantes, aunque ahora como temporada más baja no se ven mochileros. Me alojo en un hospedaje (Portales nº 556), de lo más humilde de la zona, con la señora Doris contando auténticas batallitas, tras casi 80 años viviendo en esta ciudad. Artesana de las artesanas. Un auténtico placer.
Sus palafitos es lo más representativo, auténtico prodigio ingeniero, antes de que los ingenieros fueran lo que son hoy, y los navieros lo mismo, tras ver las artesanales barcas construidas en un estilo muy del lugar.









Desde aquí visito las islas, movilizándome hacia Dalcahue (aún mantengo ese espíritu autoestopista). Y de aquí, a Curaco y Achao, donde está la iglesia de madera más antigua.



Cisnes negros en Curaco

Achao
También al Parque Nacional de Chiloé, pasando por la tranquila Chonchi. Poca cosa, le falta infraestructura senderista. Salvando la playa (primer avistamiento del Pacífico como tal), los otros caminos están muy mal gestionados. Así el día se hace más corto y fácil de caminar. Nada que ver con las otras maravillas naturales de la zona.


Playa del Parque Nacional de Chiloé

Ancud, primer llegada colonizadora, y último fuerte por resistir la independencia de Chile. Aún aguantan alguna de sus paredes como orgullo de la ciudad.


Colonización de los huilliches


Fuerte San Antonio

Bahía de Ancud




Observo, tras recorrer las calles de Ancud, y con la claridad de este día, el volcán Osorno, esperándome en la distancia. Tras un rato probando hacer dedo, al final me levantan camino a Puerto Montt. Abandono esta isla, y regreso al continente, pasando desde Chacao en ferry. Dejo otra zona de gran autenticidad para empezar a mentalizarme de la llegada a la civilización, a otro viaje, a otra realidad del país.

1 comentario:

  1. Muy interesante la entrada y muy interesante esta parte de Chile....el problema del cultivo del salmón es común a otro tipo de explotaciones intensivas de cria y engorde (como el Atún rojo en España)....producción salvaje, hacinamiento de ejemplares, abuso de químicos, falta de control en la importación de huevos y alevines....pero lo + grave es q esas enfermedades se pueden introducir en las poblaciones silvestres y llegar a cargárselas....y es la "pescadilla q se muerde la cola", la ISA provoca bajada de exportaciones, despidos masivos y empeoramiento en las condiciones de "cultivo"...con lo que al final se tiende a unas peores condiciones sanitarias y a un riesgo ambiental siempre en aumento..

    http://www.youtube.com/watch?v=giMNb_HvFRA

    ...gracias x remover conciencias Edu. Un abrazo
    Nch

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