Al borde del Lago Villarrica, y cerca de la base del volcán del mismo nombre, en verano, y en menor medida el resto del año, atrae a cientos de mochileros que llegan a ascender su humeante cráter.
De ahí, en adelante, hay actividades para todos los gustos. Todo lo que se pueda hacer lo organiza alguna empresa de aventuras, en esta ciudad tematizada. Hasta tal punto, que en la plaza mayor, hay una cruz de madera preparada por si te quieres crucificar. Ésta si que es gratis!!
La popularidad de la ciudad se debe sólo a la suerte de su posición geográfica. Fuera de eso no tiene nada. Bueno, sí, esa cruz.
La ascensión al volcán Villarrica (2847 mts.) demora unas horas, mientras las vistas nubosas de su posición privilegiada, te permiten observar lagos, cerros, y otros volcanes, como el Llaima, también en activo pero de difícil acceso a su cumbre.
Volcán Villarrica |
Volcán Llaima al fondo |
Llegados al punto donde aparece el hielo, y tras alguna parada técnica para ver el paisaje y respirar un poco, empezamos la lucha contra el viento que golpea aquí más fuerte. Y más aún, cuando llegamos al último tramo de ascensión al cráter. Los copos, o , a veces trozos de hielo, visitan enfadados tu rostro, mientras clavas con ganas el piolet y te aferras al resbaladizo suelo con los crampones, manteniendo el equilibrio en la lucha contra la inclemencia meteorológica. Aunque se aguanta, la movilidad es imposible, y aquí, un paso en falso y te vas ladera abajo. Y es una gran caída.
Además si el viento cambia la dirección de la cortina de gases, te quedas bien intoxicado. No sé por qué no llevabamos máscaras.
Lo intentamos, pero a Eólo le dió por azotar más fuerte cada vez. Y tuvimos que desistir en hacer cumbre.
Sacando todo el optimismo interior bajamos la montaña, de arena basáltica, dando saltos, como si a Heidi le persiguiera una horda de zombies hambrientos.
Las bajadas son lo mejor, sin lugar a dudas. La sensación de velocidad, y de perdida de autocontrol sube más la adrenalina que un ascenso sin respiración.
Una vez en la base nos queda la tranquilidad de saber que los gases cambiaron de dirección hacia donde estaba nuestra posición. Bueno, unas termas relajantes aliviarán mi frustracción de no ver mi primer cráter activo de un volcán. Ya probaré en otros.
Las termas elegidas, al final del camino que cruza el valle de Pucón-Huife, son Los Pozones, las más naturales de la zona, dentro de la variedad a elegir.
El enclave es perfecto, al lado de un río en el Parque Nacional Huerquehue, en una tarde espléndidamnete despejada. Lo justo para entrar en un nivel de abstracción en el que olvidas el bombeo de sangre a tu corazón. Tan calientes que entúrbian tu razón, y entumecen tus músculos, como si te hubieran dado una paliza.
Claro que aconsejan estar de 15 en 15 minutos, y no 3 horas.
Al día siguiente sigo machacando mis piernas en el Parque Nacional Huerquehue. Aquí la araucaria domina los bosques espesos, dando una personalidad especial a las cascadas y lagos.
Volcán Villarrica |
Araucarias |
El ensimismamiento me produce la sensación de eterna tarde, pero al percatarme del anochecer, me dirijo ráudo a la zona donde iba a acampar. Se hace de noche, que raro.
Una suerte que el guardaparque me deja dormir en un cobertizo, cerca de su caseta, seguro y tranquilo, hasta que una bolsa de basura empieza a sonar por la noche.
Me despierta. Algo la mueve. Enfoco con mi linterna. no veo nada.
Espero. Algo la vuelve a mover. Sigo sin ver nada. Me coloco más estratégicamente, ya que la curiosidad acompaña a mi imsomnio.
Aguanto la respiración. Permanezco inmóvil. La bolsa suena de nuevo y la linterna espanta a un zorro, imagino que hambriento, que sale corriendo. Que majo.
Dejo la bolsa fuera para que haga con ella lo que quiera e intento dormir.
Al día siguiente la bolsa está hecha trozos.
Un mate revitalizador y al Cerro San Sebastián.
Aunque los guardaparques aseguran que arriba está nevado, y no se puede subir, siempre hay que probar.
Este año las nevadas se han adelantado y han cerrado varios senderos de los parques, más en sus partes altas.
Pero en éste, no hay tanta nieve, aunque sí alguna caída tonta.
Las vistas de la cumbre impresionan por la cantidad de figuras que predominan junto a ella.
En un punto el volcán Villarrica, en otro el volcán Lanín (3746 mts.), en Argentina, en otro punto el Llaima (3125 mts.), también cerros con bosques de rojizo colorido, lagos de espectaculares reflejos cristalinos, y nubes, muchas nubes.
Volcán Lanín |
Éstas se mueven rápido, hay que bajar. Me encantan las bajadas.
Pucón es un lugar mágico, que sin duda hay que visitar. Yo fui recientemente, me hospedé en una de sus cabañas y fueron las mejores vacaciones de mi vida. Muchísima tranquilidad, hermosos paisajes y en general, un ambiente con mucha armonía.
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