Otro destino turístico en exponencial crecimento, debido a su cercanía al monumento por excelencia de Argentina, el glaciar Perito Moreno.
No tan concurrido, ya que va acabando la temporada alta, sus calles dan clara señal de un turismo más organizado, mezcla de mochileros y clases más adineradas llenando hoteles y restaurantes.
Nos alojamos en el albergue El Mochilero (25 pesos) con un ambiente juvenil tan caótico como inesperado.
Aquí todo tipo de historias y viajes se cruzan, dando diferentes visiones desde diferentes perspectivas.
Para ir al Parque Nacional de los Glaciares, donde se encuentra el Perito Moreno, entre otros glaciares y el Campo de Hielo Sur (toda esta zona es una de las reservas de agua dulce más grandes del planeta), hay autobuses de ida y vuelta, pero si vas pronto por la mañana, te pueden llevar a dedo.
Algo que no se consiguió, pero negociamos con la señora Katy, la mejor remissera de El Calafate (tipo taxi), un precio excepcional, y entrar como argentino, pagando menos de la mitad del precio del turista extranjero. Así da gusto.
Lo que se vé dentro, no sé si hace falta contarlo.
El glaciar es inmenso, 60 metros de alto y 600 bajo el agua, el único del mundo que no retrocede y avanza cada día 2 metros, un azul perfecto, una visión imborrable, una magnitud que sobrepasa el horizonte.
Alguién te tiene que despertar cuando tu visión se queda atrapada en sus picos y grietas, mientras esperas que un trozo se desprenda y cree un sonido tan estremecedor como armonioso. Un espectáculo.
Tras éste, el resto de glaciares parecen de juguete.
Y podrías estar mirándolo horas y horas, observándolo, escuchándolo.
Impresionante, acojonante, flipante, asombroso, espectacular... y un largo etcétera de calificativos.
ResponderEliminar