16 julio 2012

CRUZANDO HEMISFERIOS.Parte 1.

Primer autobús ecuatoriano. Primeras anotaciones. Todo sigue igual. Vale, ahora nos movemos con el dólar, que desde que la crisis obligó a adoptarlo en el 2000 aún sigue vigente con el gobierno de Rafaél Correa. Lo demás se mantiene. Aún es pronto para observar nuevas realidades.
Nos dirigimos a Loja. No le tenemos especial interés pero es el paso para ir a Zamora, al Parque Nacional Podocarpus, a la selva, acercarnos a comunidades Shuar y Saraguros, las grandes etnias del sur ecuatoriano. Con toda una historia por delante. Siglos por delante.

Vamos recorriendo los maravillosos paisajes montañosos del país. Atrás quedó la zona de manglares muy destruidos de la costa que se extiende hasta Guayaquil, repleta de camaroneras. La verdad que la parte medioambiental de Ecuador está en la mierda. Por un lado la destrucción durante años de la selva amazónica por las petroleras, sobre todo por la acción de Chevron-Texaco, el caso más grave, considerado el Chernobyl de la Amazonía, millones de litros vertidos, muertos, deformaciones, mutaciones, y un juicio que está paralizado en las cortes de Estados Unidos, donde se pide la indemnización más grande de la historia para los afectados. Ahora se intenta en Canadá, más transparente que los manipulados por los lobbies petroleros de Estados Unidos. Es el juicio, la expectación durará años, ya lleva muchos, pero todos los movimientos ecologistas del mundo están pendientes, también los movimientos indigenistas, porque los afectados no viven en grandes ciudades ni tienen sus grandes casas, no, son pequeñas comunidades que se reparten por las diferentes áreas contaminadas de la selva. Ahora pesa fuerte la difusión que se ha hecho con el documental de Berlinger. Crude relata la historia de este caso.

Por otro lado está el conflicto de las comunidades Shuar desplazadas constantemente por las extracciones mineras, la tala masiva de bosques primarios para el uso de la madera. Si en Perú la zona más devastada se encontraba en las inmediaciones de Tarapoto, aquí está por todas partes. la disminución de superficie forestal ha incrementado una exageración. Y, aunque, protegidos por leyes y una nueva constitución social, la más avanzada de su historia y de las más de Suramérica, no da a basto. El presidente Correa muy bien considerado por los movimientos izquierdistas, no está tan bien visto desde dentro, donde su índice de popularidad anda bajando. Aunque socialista, ha tomado medidas que le están dando un toque totalitario. El pueblo habla y no nos encontramos a nadie muy conforme, y eso que son personas izquierdamente politizadas.
Y ya en la parte más reciente aparece la protección del Parque Nacional Yasuní, donde se han encontrado grandes cantidades de reservas petrolíferas para explotar, pero que se llegó a un convenio internacional de especial protección para el parque, sin extracciones, si la comunidad internacional aportaba la cantidad de plata necesaria que se ganaría con la explotación pero para su protección. De momento aguanta el pozo principal, pero los que aparecen a sus lados ya se están explotando, lo que al final es la misma mierda. Es un ecosistema único, dentro de los ecosistemas amzónicos, con una de las mejores biodiversidades del planeta.

Tras la visita rápida a Loja, de un ambiente relajado y cultural, aquí casi todo el mundo toca algún instrumento de música, con un montón de academias y tiendas, echando unas miraditas rápidas a sus calles, plazas e iglesias, nos marchamos a Zamora. El camino es espectacular, lleno de amplia vegetación que cambia de montañosa a tropical, cascadas que acompañan por el camino, pequeños municipios de un encanto tradicional y el Parque Nacional Podocarpus acompañándote.




Entrada a la ciudad

Nos llovió a lo bestia otra vez. La verdad que es comprensible si ves el esplendoroso vigor de esta zona.Y si ves más aún las hermosas cascadas que se suceden por el camino. Fuerza de un entorno protegido por las deidades Shuar, y por ellos mismos durante años. Tras pasear por la ciudad, subir a los puntos de visión obligada para poder comprobar los zigzags que marca pronunciadamente el rio Zamora, observar las riberas del mismo, la tranquilidad de unos habitantes con sus trajes originarios característicos, los saraguros con sus graciosos, desde el respeto, sombreros bombín, afrodescendientes y shuar. Todos habitando estas tierras en armoniosa convivencia.

Así que,tras no poder visitar la entrada del Parque Podocarpus, por las intensas lluvias, nos dimos una vuelta por los pueblos del interior. Un paseo para observar, caminar y comprender porque los shuar resistieron la invasión primero de los Inkas y luego de los invasores españoles. Porqué es uno de los pueblos más luchadores, incombustibles, supervivientes del continente americano. Porqué nadie los pudo tocar, convencer, engañar y dominar. Y por qué es la responsibilidad de todos mantener el apoyo a su lucha, a su derecho por seguir viviendo, respetando y amando sus tierras, sus hogares, su cosmovisión y su unión a estos increibles parajes. Acabar con toda la injusticia, que después de años de resistencia, están llevando a cabo todas las compañías petroleras y mineras, que están consiguiendo lo que nadie pudo en siglos. Destruir sus vidas. Y se necesita voces críticas para levantar su voz, para que ese supuesto presidente populista y cada vez menos social que es Correa, le eche algo más que intenciones y apoye coherentemente eso que defendió en su momento en la nueva constitución. Protección y apoyo a las comunidades Shuar. Que no haya impunidad para los ¨apach¨ (blancos mestizos) criminales.

Zamora




Dirigiéndonos hacia Guadalupe, entre montañas y cascadas, entre susurros de Arútam observándonos entre las finas gotas de agua, entre la brisa de su contemplativa existencia, y sus compañerxs en la cosmovisión shuar Emésak, Nekas wakán, Nunkui, Shakaim, Uwi, Etsa, Tsunki y Ayumpúm, siguiendo nuestras miradas, vigilando nuestro camino, enseñando a nuestros sentidos; pasamos por pequeños pueblos, por la zona minera de la región y del sur del país, por caudalosos ríos y lugareños en la apacibilidad constante de su tiempo.
Además de los shuar en la región, más aún en la ciudad de Saraguro que lleva su nombre, viven los saraguros, entrañables y ancestros pobladores de ahora estas tierras tras ser desposeidos por los Inkas de las suyas originarias y establecerse aquí, sin que el paso de los españoles les alterara. Pero el futuro, la salida de los jovenes a las grandes ciudades, la perdida de las tradiciones, la separación de familiares, hace que los nuevos tiempos sean más difíciles, que la adaptación se fuerce más obligada, que se vea hacia donde se quiere dirigir los pasos de su supervivencia.


Guadalupe




La mañana siguiente enlazamos un nuevo bus. En la terminal de Zamora se vive toda la intensidad de nuestros primeros pasos por el país, por una de las mejores zonas. Aunque el viaje deparará más sorpresas seguro.

Cuenca es una de esas ciudades que nadie debiera perderse. Una de esas pequeñas satisfacciones que te regala la vista. Un nuevo estilo. Una imagen tan blanca, como intensa. Una cultura, ideas e ideologías cercanas a las de las capitales, pero desde lo pequeño, desde lo tranquilo.
Alojándonos en casa de unos amigos, compartimos unos buenos momentos, unos instantes de cocina y política, cultura, sociedad, inquietudes y experiencias. De cómo en los pequeños pueblos, las nuevas iglesias evangelizadoras (me refiero sobre todo a la Iglesia Baptista), manipuladoras y corruptas, roban y se aprovechan de la bondad, a veces ignorancia, a veces pureza, de unos campesinos, llegando con la blancura de sus rostros de invasores ideológicos, en la simplicidad de sus ideas teológicas, para hegemonizar la totalidad de sus almas, interpretadas en la plata que les saquean. Pequeñas situaciones del inteior que a nadie importa y que nadie sabe. En la lejania del conocimiento, en la absurded del abandono. De como los ecuatorianos no luchan por lo suyo, buscan una salida de emigración, anteriormente fácil, lo suficiente para ir tirando, para vivir en ese día a día al que te vas acostumbrando; en la perdida de sus raices, o en lo desconocido de sus origenes. En las nuevas ideas para devolverles ese interés, en cómo canalizar esa desidia. Cómo volver a la época de los Cañari, que ocuparan estas tierras hasta la llegada de los Inkas, de recordar de nuevo la historia, de devolver esa identidad perdida. Tal vez esa identidad que poco a poco deseo, ese encuentro con mis orígenes, esa busqueda inquieta de mi existencia, esa comprensión de la lacra de la posmodernidad, del vacío que ha provocado y sigue provocando en su incesante devenir de destrucción. Sentir la empatía de los proyectos, de las ideas, de las posibles soluciones.

La imponente Catedral








Tomebamba

Y pensar mientras caminamos por las calles de la ciudad. Por un centro histórico también declarado Patrimonio de la Humanidad. Por cierto, no lo había comentado antes, pero después de ir vsitando, admirando patrimonio tras patrimonio, te vienen las dudas de cómo se va a mantener todo esto tras el boicot de Estdos Unidos a sus fondos por la incorporación de Palestina a la Unesco. Y sobre todo en pequeños enclaves que dependen de ese dinero, bueno los lugares dependen, su conservación.

Sorprende la cantidad de arte urbano que desprenden las paredes de esta ciudad. De movimiento contestatario y de cultura. De la sensación de apego, de una muy grata sensación.
La catedral, las iglesias, las diferentes construcciones con sus diferentes estilos, la ribera del río Tomebamba, sus diferentes museos y las ruinas inkas. Aquí mencionar el museo de etnografía y antropología, totalmente gratuito, con una muestra de la diversidad cultural del país, de su historia, y con una maravillosa exposición del arte del Tzantza, las cabezas reducidas de los perdedores de disputas y guerras entre los shuar y otros pueblos, de una parte ritual del pueblo shuar, después prohibida por el excesivo intrusismo turístico que provocaban. Decir que el segundo Logroño que conozco existió por estas zonas (se fundó en 1552) y fue destruido por los Shuar, haciéndolo desaparecer por completo en 1599, como protesta por el intento de los españoles de cobro de tributos en los intercambios comerciales con ellos, una vía pacífica de contacto e intento de control, que se fue a la mierda. Grande este pueblo. Grande.
Y cerquita de aquí, las ruinas de Tomebamba, el centro administrativo del Imperio Inka en el Norte, tras obtenerlo derrotando a los cañaris y mantenido hasta la llegada de los españoles.

Tras unos días intensos, nos vamos rumbo a Riobamba, a casa de otro amigo, a intentar subir el Chimborazo, intentar llegar al punto más cercano al sol del planeta. Su cumbre es la mayor altitud del planeta debido al ensanchamiento del globo en la línea del Ecuador. Y para allí vamos.
Otra ciudad con su encanto. No turística ya que no tiene grandes atractivos que ver, pero si relajante y multicultural. Cuando andas por sus calles sientes esa tranquilidad que se desprende de las diferentes miradas de sus habitantes, de la esencia de sus caserones coloniales, y de la sensación de estar rodeada de volcanes, de montañas, de naturaleza.




Después de unos días viviendo la ciudad, con un festival de hiphop ecuatoriano por medio, nos dirigimos hacia el Chimborazo. Los días anteriores no había hecho buen tiempo que se diga para subir, y hoy no era mejor. Nos acercamos de pasito en pasito, un poco a dedo, otro andando, de la ciudad hasta sus laderas. En Ecuador el dedo es otra práctica bastante común y el tamaño del país da lugar a ello. Unos pueblos después, unas alpacas por aquíy unas vicuñas por allá, entramos en el Parque Nacional y empezamos a subir con la idea de llegar al segundo refugio de montaña. Hasta aquí es asequible hacerlo, si vas bien de pulmones, pero sin necesidad de material de montaña, ya que la nieve y el hielo empiezan a aparecer tras el segundo refugio.
Esa era la idea. Pero como ya acostumbramos no salió bien del todo. Apareció la jodida niebla. Una niebla espesa. No sé si la palabra le hace suficiente justicia, porque la espesura era increible. Dos metros para adelante y ya no se veía ni ostias. Y claro la tesón, el orgullo unido a la idea de llegar alto, de estar subiendo el Chimborazo, de la importancia que ésta tiene, de la sensación de altura, de esa inconsciente persecución de los sueños de Ícaro, de saber que puedes, que no vas sobrado de fuerzas pero que puedes, y las vistas, pensar en las vistas. Para nada, no tenía sentido. Para qué subir si no voy a ver nada de nada. Y costó. Incluso, ilusos, esperamos una retirada paulatina de esa maldita enemiga, de ese obstáculo molesto e impertinente, de ese muro de prohibición, de retirada, de para otra. Y bajamos. Nos volvimos. No se pudo.

Alpacas


Vicuña en la subida al Chimborazo


Apurando los últimos dedos llegamos a la ciudad. Unas fiestas por aquí y rumbo a otro volcán. A Baños.
El camión que nos llevaba reventó un eje en medio de la carretera, en subida. Y aquí no te paran. Nos tocó andar, sudar un rato antes de llegar a Baños. De camino pudimos comprobar la magnificencia del Chimborazo, su firmeza, su consistencia, su imponente silueta dominando al país y nuestro nuevo amigo el Tungurahua.Un volcán que está activo, que mantiene en vilo a la zona, que ya ha provocado varios sustos por su culpa, que unos años atrás lanzó piroplastos y destrozando las antenas dejó incomunicado al municipio de Baños, lo que llevó a creer desde fuera que había desaparecido.
Ahora sólo echa humo, e impresiona. Mucho. Y es que es grande. Tiene toda la fuerza necesaria para acabar con la región.
Llegar a él, llegar a Baños, es una ruta preciosa. Rodeado de montañas, cerros, precipicios cavados en las rocas durante años por la fuerte erosión de los ríos, y las cascadas que estos provocan. Un camino de ensueño con sede en Baños.
Lo mejor para hacer gratis en el pueblo es subir a los miradores como La Casa del Árbol y La Cruz, de los volcanes, del valle, de los otros picos Parque Nacional Sangay y los Altares, del pueblo. Luego a un precio muy asequible tienes los baños termales abiertos todo el día, aunque por la noche es más místico, más especial. Y de aquí, tras pasear por el pueblo, todo lo demás es el puto turismo de masas. Puenting, rafting y todas las cosas que se van inventando acabadas en ing. Con hostels y restaurantes por todos sitios, de zona de bares con música que creo que nadie había oido en Ecuador. Pero como ya hemos visto con anterioridad, un medio de supervivencia para los locales, no para todos obvio. Y subidas a volcanes. Y excursiones a la selva a hacerte una foto con la cara pintada pagando más que tu vuelo de avión y destrozando la vida en toda su magnitud imaginable. Y todo esto si que es por el turismo intrusivo extranjero. No creo que te vayan a hablar en español. Por eso este pueblo te puede gustar y lo puedes odiar al segundo después. Eso sí para escapar y sin plata, lo mejor es alquilrte una bici y darte una vuelta, o todo el día, por la carretera que va hacia la selva, observando el maravilloso paisaje, las cascadas y ríos y la diferencia menguante de altura hasta llegar a Puyo. Pasando por las cascadas de Agoyán, el Manto de la Novia y el Pailón del Diablo, y por pequeños pueblos que bordean el camino, así como los cerros del Parque Nacional de Llanganates. Hablar con las gentes del lugar, ver como van comprando tierras extranjeros para dedicarle al turismo de aventura, y como se va vendiendo el país. Ah, y cuidado, mucho, de que no te atropellen por el camino, por lo menos hasta llegar a una parte de carrilbici.

Baños



Simulacro de erupción

Manto de la Novia

Pailón del Diablo

Antes de irnos, pudimos disfrutar de un simulacro de erupción. Nosotros, que los habitantes de Baños están obligados a hacerlo bajo multas, y altas. A primera hora de la mañana y con las legañas aún pegadas a los ojos, nos dirgimos con la marabunta de lugareños a la zona de seguridad que se sitúa al otro lado del pueblo. Fué gracioso ver hileras de humanos desfilar hacia el mismo fin y, una vez llegados, de vuelta a casa.

En ruta hacia la capital.
Dejando atrás maravillosos paisajes buscamos ahora observar el otro volcán emblemático de Ecuador, el Cotopaxi, el volcán activo más alto del mundo, de una forma cónica perfecta, enclavado enntre refugios de naturaleza, ecológicos y reservas. Pero otra vez aparece la invisbilidad, la inviabilidad, la puta mala suerte. El cielo está en constante reunión nubosa, más bien creo que las nubes se abrazan en una opacidad terminante, definitiva, inmutable. No hay manera. Usaremos de nuevo la imaginación para ensalzar su belleza. Tan cerca y tan imposible.
















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