Definido en este punto tras la visita e investigación de la primera Misión Geodésica, allá por el 1736, es un punto de paso para seguir recorriendo el país hacia el Norte.
Bueno nos paramos aquí, nos hicimos las fotos de rigor, vimos a algún que otro friki haciendo pruebas magnéticas, y de vuelta a Quito a por las mochilas rumbo a Otavalo.
Línea de separación de hemisferios |
Plaza Mayor |
Tras el breve paso por Ibarra, asombrados por las maravillosas vistas de ésta zona del Norte, rodeadas de algún volcán y cerros imponentes, acabamos nuestro periplo por las tierras ecuatorianas en Tulcán, donde hicimos la última noche, para pasar la frontera a Colombia de día a primera hora. No por miedo sino para apreciar el cruce por varias Reservas ecológicas. Y siempre da más seguridad hacer el paso de día, si lo vas a hacer a tu aire, como siempre es nuestro caso.
No te queda más que tomar un taxi hasta la frontera y de ahí, después de hacer los trámites pertinentes, tomar un colectivo hasta el primer pueblo colombiano, Ipiales.
Paso de frontera |
Lo primero apreciable a la entrada a Colombia y en la frontera de Ecuador con aquella, es el cambio de acento. Un español más cantadito le da los primeros atisbos a nuestro nuevo anfitrión. Lo segundo es la aparición de los afrodescendientes, que marcan una nueva diferencia cultural. Después el paisaje se mantiene en otro espectacular espectro de verdes, marrones, rojos, sincronizados en la altura de esta localización.
No pasaríamos mucho tiempo aquí, nuestra primera parada en Colombia sería Popayán, la ciudad blanca. Y también nuestra primera ostia. Los precios del transporte en Colombia son carísimos, superan con creces el de cualquier otro país, incluso Argentina y Chile. El resto de cosas es más caro que el resto de países pero no tanto como el transporte. Tocaba ajustarse al presupuesto.
Además notas la tranquilidad de este país. Siempre estigmatizado por los medios de masas, por las políticas occidentales, por el capitalismo neoliberal que necesita Colombia de su lado, con la consiguiente criminalización de cualquier disidencia, acercando a cualquier movimiento social a la FARC y al terrorismo; los tiempos han cambiado y los lugareños quieren demostrarte que son uno de los pueblos más sociales que me encontraría en el viaje. Una apertura, amabilidad, sociabilidad, respeto y cuidado, que hacen del paso por este país un punto emblemático del conocimiento de la actual realidad, alejada de cualquier información llegada a cualquier país alineado con los jodidos think tanks neoliberales y sus putos medios de comunicación.
Eso sí, a veces, por aconsejarte, pecan de exceso de sobreprotección, avisándote de que esta calle es peligrosa, viajar de noche es peligroso, esa plaza es peligrosa, aquí te roban, aquí viven los malos; nada que se aleje de cualquier realidad según donde estés andando.
La llegada a Popayán, tras una breve parada en Pasto, ciudad bulliciosa sin ningún encanto, se hizo inquietante. Llegamos de noche, así que tras buscar de nuevo alojamientos baratos, esperamos al amanecer de nuestro primer día oficial en una ciudad colombiana, para empaparnos de todo los nuevos cambios.
Torre del reloj |
Basílica Catedral |
Y si le llaman ciudad blanca es con razón. Las iglesias, las calles, la universidad, las cúpulas, las casas, todo lo que veíamos tras nuestros pasos era de un blanco inmaculado, cero grafitis, manteniendo una línea realmente atractiva de pasear, y con calma. Nada bulliciosa. Y cultural, llena de cafés donde se reunen los locales. El café es bueno, obvio.
El mercado local tiene fuerza, atrae, pero los precios suben, ya descibrir nuevas frutas y frutos del campo, no se hace tan divertido. Ajustarse, a ajustarse.
Las iglesias de Santo Domingo, de Belén, San Francisco, la Catedral, o las diferentes plazas, un paseo por las riberas del río, el puente del Humilladero, el mirador del Morro; dan para estar disfrutando de este sitio. Más mercados, puestos bulliciosos por la calle, la degustación de arepas (tortitas de maíz) deliciosas.
Camino a San Agustín. Puerta de entrada para uno de los yacimientos arquelógicos más importantes de Colombia. Patrimonio de la Humanidad y sin saber aún de los orígenes de sus habitantes (por defecto se les llama san agustinos), las diferentes ruinas que se esparcen por el valle del Río Magdalena, que nace aquí, siendo el río más importante del país.
La llegada se hizo anecdótica. Por dar apuntes comentar que unos días atrás, no llegando a una semana, un atentado bomba en Bogotá contra un exministro, sembró la sombra del terrorismo de las FARC. Por donde íbamos ahora es un punto de acceso a la selva que actualmente es donde tienen confinada a la guerrilla (de unos años aquí, el ejército colombiano más los paramilitares pagados por políticos corruptos han ido frenando cualquier avance de la guerrilla, haciendo que esta retroceda a las selvas del sur del país), así que los controles militares se sucedían, más por lo ocurrido. Rápidos, bajar todos, enseñar los equipajes, perro aquí y allá, y todos arriba y marchaos de aquí. Y son todos unos niños, que es lo más asombroso. Mierda de ejércitos y de manipulación de niños para engrosar sus tropas. Mierda de militarización de un país. Mierda de normalización de esta realidad.
Cañones que escondían serpenteantes ríos, cerros que abrían horizontes a la frondosa vegetación, pequeñas aldeas que se posicionaban por los valles, paso por San José de Isnos y llegada a San Agustín.
El pueblo, más por su posición geográfica entre montañas y valles, es de un encanto propio, relajante. También turístico, claro está, y de esos sitios donde vienen extranjeros a montarse operadoras de tours, a vivr aquí y alejarse de la monotonía de la ciudad. Pero todo lo puedes hacer como siempre por tus propios pies, y andando cuesta arriba y cuesta abajo, sin preocupaciones, observando, aprendiendo y caminando. De eso se trata, no?
San Agustín |
La cultura de San Agustín, o sanagustinos, se remonta a 3.300 años antes de cristo, desapareciendo sobre el Siglo XII d.c. Su importancia se debe a la gran cantidad de monolitos, cerámica, centros funerarios, trabajos orfebres, que hacen pensar que era un lugar dónde se rendía culto a los muertos. Pero los monolitos y las diferentes estatuas tienen una peculiar apariencia, una mezcla de caras humanas y animales, antropomorfas y zoomorfas, que se han ido rescatando de particulares para exponerlas en el centro arqueológico juntitas. Esas caras se piensa son producto del uso de drogas alucinógenas. No es de estrañar por la aparición intensa del hongo de San Isidro por las cercanías. Y esa es la gracia, son surrealistas, geniales, únicas. Una mezcla de contracultura entre restos arqueológicos, una civilización radicalmente distinta, divertida y por eso más enigmática aún. Lo mejor para dejarse llevar, observarlo todo desde su perspectiva y ponerse tiempo atrás, para comprender su pasado y nuestro presente. Único.
El sitio que comprende la mayoría, el mejor sitio, aunque si estás tiempo puedes recorrer cada pequeño emplazamiento donde aparecen estatuas, es el Parque Arqueológico, con el Bosque de las Estatuas, las Mesitas funerarias, el Mirador del Alto de Lavapatas. Me encantó, realmente, es único, aunque me redunde.
Y de aquí a Bogotá. Uno de mis principales intereses. Unas ganitas locas de ver la capital. Dónde se mueve todo y donde pasa de todo. Lo mejor es viajar de noche, ya que compensas el precio del autobús con el ahorro del alojamiento, y llegas de mañana para empezar con un cafecito a patear sus entrañas.
No defrauda. Al tiempo me preguntaría en qué ciudades me quedaría a vivr, a probar suerte, a permanecer un tiempo. Ésta es una de ellas. Sientes una especial empatía, un clima formidable, montañas cerca, lluvias, calores, pero sin esas cosas de la humedad que tienen el resto de ciudades, todo eso en altura (2.625 m.s.n.m.). Y sientes el ritmo de una capital, de una ciudad monstruosa (sólo mirar un plano de ella te marea), de las más grandes de Suramérica. Pero a su vez sientes la historia, el arte, la cultura, la contracultura, lo tradicional mezclado con el progreso, la naturaleza cerca (rodeada de montañas que paran su crecimiento en su extremo Este), sus conflictos, su pasado, el remoto, el colonial, y el de hace poquito. Y sientes esa amistad, esa bienvenida que te dan sus habitantes, felices del cambio de ritmo actual, felices de la apertura al mundo de su país, de la llegada de visitas, tanto del turismo, como de viajeros o inmigrantes.
Todo eso unido más lo que vas observando es chévere, más aún cuando los últimos movimientos sociales y ciudadanos, están movilizando al país hacía una nueva concepción ideológica, una ruptura del largo periodo de sometimiento a las órdenes de Estados Unidos, de la privatización, de la instalación de sus bases, de la DEA, de los cárteles y su financiamiento por políticos y políticas nacionales e internacionales, por la perdida paulatina de soberanía, por la venta del país por sus gobernantes, por estar hartos del uso y manipulación de sus vidas por otras manos.
Y el desencadenante final de toda esta movilización, culminada en la Marcha Patriótica del final de Abril, que está iniciando un nuevo y fuerte movimiento, del mismo nombre, es la firma definitiva y aplicación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. Ahora entra en vigor.
Santos les vendió el país.
Pero más allá, es un paso peligroso por el dominio geopolítico del continente, al tener controlada la mayor parte de Centroamérica más el debacle paulatino de los gobiernos de izquierdas socialistas de Suramérica (en Perú siguen las movilizaciones contra la mina de Conga, con un estado de sitio y el asesinato de personas en un giro directo a la derecha del gobierno de Humala, en Bolivia Evo no da pie con bola y tras reprimir nuevas marchas contra el TIPNIS también reprime a los mineros de Potosí, Correa vende mucho a China, mucho ), donde punto por punto se desajusta el giro a la izquierda del continente, entendiendo la necesidad de su control por el orden neoliberal de Estados Unidos o por su cúspide económica, tras el hundimiento paulatino de la Unión Europea, por esa lucha global contra el dragón chino.
Por eso es tan importante este momento y la entrada en vigor de ese Tratado, y la lucha social contra él, contra ellos, por nosotrxs y vosotrxs.
Esto le da esa esencia política contestataria, que es un carácter fundamental en la vida de una ciudad.
La ciudad te engancha más cuando la andas. Paseando por el bohemio barrio de La Candelaria, quizás empezando a ser muy turístico, casi todos los hostels internacionales o de mochileros se están construyendo aquí, o ya están aquí. Puede que en unos años cambie. Siguiendo por el centro histórico, con la Plaza Bolivar, sus plazas circundantes, sus calles de coloridas mansiones coloniales, sus museos, iglesias, palacios, capitolios, galerías de arte, teatros. Sólo en unas 10 cuadras a cada lado hay más actividad que en muchas otras ciudades. Y luego están las avenidas grandes, los grandes parques, las zonas lujosas de última moda, las zonas de infraviviendas y pobreza, los campus universitarios, el Cerro de Monserrate. Espectáculos, artesanos, movimientos para aquí, masivos desplazamientos para allá, un festival de reggae gratuito en la Plaza Bolívar por el Día de la Afrocomunidad...
La Candelaria |
Catedral en Plaza Bolivar |
Bogotá en estado puro |
Demasiadas cosas para poco tiempo. Dejamos abierto este capítulo para más adelante. Grande Bogotá.
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