A tan sólo 17 kms. de Puerto Montt, y siguiendo el estilo arquitectónico alemán de los colonos de esta zona (primeros asentamientos alemanes en 1852), aparece, rodeado del
Lago Llanquihue, y con las fabulosas vistas del
volcán Osorno, la ciudad balneario de Puerto Varas.
No es que sea un balneario en sí, sino que es tan exclusiva, con su casino, sus hoteles, sus boutiques, sus turistas con mucho dinero y coches de gran cilindrada, que lo hace parecer.
Además, de unos años a aquí, su crecimiento la está haciendo comparar con
la Bariloche chilena. Y en el boca a boca, esto hace mucho. De momento, aún se ve a algún mochilero despistado, que no conoce los precios de las cosas. Yo, por suerte, me pude alojar en casa de un couchsurfing.
Y cuando una ciudad se desmarca hacia ese turismo, en particular, tiene que haber una diferencia clasista con la gente que trabaje en la zona. En este caso, se llama barrio de
Alerce.
A 8 kms. de Puerto Varas, se sitúa un barrio de casas clonadas, colocadas en hileras, y en horizontal, además de en constante crecimiento, donde los trabajadores vuelven cada día, en los pequeños autobuses de línea, donde se hacinan. Mientras al viajar en uno de ellos, ves como te adelantan los todoterrenos, casi del mismo tamaño que el microbus.
Por cierto, al hacer autoestop por la zona se ve la mirada fría y despectiva de estos chóferes, que no relacionan mochilero con freno.
Y, mientras los niños van a modestos colegios, a las afueras de la ciudad, aparece un enorme colegio alemán, a la par que
casitas con jardines de mil colores.
Por otra parte, tras ver las iglesias de corte alemán luterano, y las casas antiguas, que se han conservado como monumentos históricos, para su debida conservación, y que se pueden contemplar siguiendo las flechas por las calles de un tour para verlas, no hay mucho más que hacer.
Una de estas casas, Casa Kuschel, es ahora centro de venta de artesanía y souvenirs del
Parque Pumalín.
No había hablado de él, cuando comentaba sobre
la Carretera Austral, pero este parque privado tiene algo para debatir. Lo compró poco a poco, hectáreas tras hectáreas, Douglas Tompkins, creador y dueño de
The North Face, como modelo de ecología radical, dentro del conservadurismo medioambiental.
Se basa en comprar una zona natural, para su conservación absoluta, basada en la idea del ecocentrismo, sin que ninguna actividad humana la altere. Tras esto, y cuando ya esta totalmente gestionada, se cede al Estado, en este caso a Chile, como Parque Nacional, sin que sean propietarios de él.
Esto es lo que ha hecho el señor Tompkins con este parque, además del Parque Corcovado y otros.
Hasta aquí, la idea de conservación ecológica es buena, si no fuera por la compra directa del capital de la naturaleza, y de la llegada a este punto, por la falta de mentalidad conservacionista, de todo lo que no se considere filantropía.
Pero tras de esto hay más. Mucho más, considerando que Tompkins se ha decantado contras las represas de HidroAysén en
la Patagonia chilena, contra la construcción de un puente que uniría Chiloé con el continente, y otras, que le han dado la imagen de ecologista radical filantrópico.
El enlace de su fundación:
http://www.theconservationlandtrust.org/esp/mision_introduccion.htm
Y el enlace de esa otra parte más de lo que puede estar pasando:
http://movimientoantinwo.wordpress.com/2011/01/13/alexis-lopez-expone-a-douglas-tompkins-y-el-plan-sionista-en-chile/
Se complica un poco todo.
Y, cambiando de asunto, expresar las maravillosas vistas desde el lago al volcán Osorno, que me hizo ir hacia él, con un poderoso impulso magnético. Suerte que me levantó un camionero y me acercó a
la Feria de
la Murta en la localidad de
Ensenada.
La Murta es esa baya ,o fruto del bosque, que había estado comiendo en los trekkings por Argentina, donde la llamaban manzanita del bosque, y que aquí aparece por todos los sitios. Tanto que la gente la recoge en calderos enormes y la vende por kilos en las carreteras. Si lo llego a saber me podía haber sacado unas monedas.
Luego me acercaron al
Lago de Todos los Santos, donde se ve el volcán Osorno, el volcán Puntiagudo, cerros, y la cara chilena de mi amigo el Monte Tronador.
Luego contemplé, relajado y extasiado, los
Saltos del Petrohue. La fuerza del agua erosiona las rocas volcánicas, a los pies del Osorno, mientras los rayos del sol colorean mi campo de visión.
Todo esto forma parte del
Parque Nacional Vicente Pérez Rosales, el parque más antiguo de Chile, y que forma parte de
la Reserva de
la Biosfera Bosques Templados Lluviosos de los Andes Australes. Se ubica en una zona donde el volcanismo ha sido, junto a los procesos tectónicos y glaciares, los principales factores que dieron forma a
la Cordillera de los Andes.
De aquí, bordeando el lago Llanquihue, llegué para hacer noche a la pequeña localidad de
Frutillar. Su principal atractivo es el exclusivo Teatro del Lago, uno de los pocos teatros situados encima de un lago, y el más austral del mundo. Su sala principal se llama Sala Nestlé, tan acorde como lo que representa la zona costera del lago con la otra parte de la ciudad. Aquí se diferencia directamente con el nombre, Frutillar Bajo o Balneario de Frutillar a la zona de turismo de clase cerca del lago y del teatro, todo de un corte alemán (aquí los colonos alemanes llegaron en 1856), y Frutillar Alto, a las casas que conforman el pueblo obrero a 2 kms. cuesta arriba del lago y cerca de la autopista que llega a Osorno.
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Teatro del lago |
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Un mate al anochecer |
Debido a la fuerte lluvia, y a la velocidad que llevan los vehículos por ser autopista, desisto en las intentonas de hacer dedo y decido esperar al autobús que me acerque a Pucón